LABODEGA DE LOS SECRETOS, a 11 de Agosto de 2018, en la calle San Blas
nº 4, de espaldas a la calle Atocha y muy cerquita del paseo del
Prado. Estamos en el barrio de las Letras, podemos visitar la casa de
Cervantes, de Lope de Vega y del Ateneo.
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Por uno de los pasillos |
¡Vaya
local, si se puede llamar así, curioso, que nos hemos encontrado! En realidad ha sido escogido
precisamente por lo que es, y no por la comida en sí que nos pudiesen ofrecer, pero nos ha
sorprendido muy gratamente: ha sido una nueva forma de comer en
Madrid. Se trata de una antigua bodega reconvertida en restaurante,
situada entre el Caixa Forum y el Ministerio de Administraciones
Públicas, en una callecita pequeña, recoleta, tranquila y
silenciosa. Un lujo en la canícula de la capital, con un mes de agosto caluroso.
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El techo visto desde la mesa |
Según
la historia del local, se trata de una antigua bodega que data de hace unos 400
años, situada en la afueras de Madrid por aquellas fechas, y tal vez
construida como escondite de mercancías para evitar impuestos y como refugio de personas en caso de apuro, con sus tantos pasillos y con varias salidas para ser utilizadas en caso de persecuciones. Tal
sucedió en las guerras napoleónicas o en la guerra civil española.
Según entras desde la calle al local, hay que bajar una planta y nos
encontramos con un pasillo a izquierda y derecha, todo ello de
ladrillo visto, incluso el techo, con un cierto estilo románico
porque, de hecho, parece ser que la bodega perteneció a unos monjes
de la congregación de San Felipe Neri. Somos conducidos a un
espacio o hueco en el que cabe una mesa con dos bancos en el que nos
acoplamos los cuatro, eso sí, un poco ajustados. Posiblemente era uno de los
sitios en los que las botellas de vino guardaban su tiempo de reposo
hasta estar listas. La luz nos la sirve una lámpara que hay encima
de la mesa, suficiente, y no parece que haya aire acondicionado,
aunque hubo un momento en que se notó que la temperatura subía.
Fuera, en la calle, hace calor.
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Vasitos de gazpacho y el pan |
Como
siempre, nos preguntan que si queremos algo de beber; pedimos
cervezas, nestea y agua; nos sirven unos vasitos de gazpacho de
aperitivo, que nos sabe mucho a pimiento, demasiado líquido, demasiado suave. Y de paso nos ponen el pan en su cestita.
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El pulpo braseado con base de patata |
La
carta no parece muy extensa, aunque suficiente para poder elegir entre cierta variedad. Como siempre, pedimos
cuatro entrantes: croquetas de jamón
ibérico, con una besamel muy delicada; laminado de pez mantequilla
con deconstrucción de trufa o filetes superfinos de pez mantequilla,
creo que ahumada, regada con aceite y trufa molida por encima. Una delicia el pez mantequilla. Le
sigue el pulpo braseado con aceite y pimentón de la Vera y puré de
patata trufada de textura super suave.
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La burrata con su crema de tomate |
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Delicioso pez mantequilla y trufa |
Por último, burrata (queso
suave italiano hecho de mozzarella y crema) sobre crema de tomate y
albahaca con olivada de aceitunas negras y gotas de aceite verde
flotando entre la crema de tomate. Han sido unos entrantes de lujo, y
de los cuatro me quedo con la burrata y su crema de tomate; soy fan
de los tomates en todas sus variaciones y presentaciones, y si es
crudo, mejor.
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Los raviolis con su crema de setas |
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El bacalao confitado con pera |
Vamos
con los segundos: raviolis con crema de setas y queso: el toque que le da a la crema de setas el queso, la trufa que se intuye y el cebollino que se aprecia por encima del plato, lo hacen muy apetitoso. Bacalao
confitado y gratinado con alioli de pera y azúcar mascavado (azúcar
moreno y sin refinar) y sus gotas de aceite verde. Aunque el bacalao
estaba en su punto, el aliño del alioli da como resultado un plato contundente, y aunque la pera, que parecía haber sido
calentada en la plancha o confitada con el bacalao, le añadía un toque dulzón, ha resultado un
plato un tanto pesado.
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El solomillo con salsa de moixernos |
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El entrecot del Pirineo muy tierno |
También
pedimos entrecot del Pirineo braseado con sus patatitas asadas, muy
tierno, y un solomillo de ternera con salsa moixernons (cierta clase
de setas diminutas) que da como resultado una carne muy jugosa y de guarnición, brócoli y zanahoria. Y como
soy poco carnívora, me quedo con los raviolis de setas y queso.
Y
hoy sí que hemos pedido vino, vino de Ribeiro denominado San Clodio.
Correcto.
Aunque los platos han resultado completos, hemos dejado un pequeño hueco para los postres, porque es nuestra filosofía el probarlos. Nos hemos decantado por el sorbete de mandarina, tiramisú de Jack Sparrow, torrija de toda la vida y couland de chocolate con helado de mango. Es difícil decidirse por alguno de los cuatro; como el tiramisú ha resultado con poco sabor a café y un tanto soso, doy mi voto a la torrija de toda la vida, grande y jugosa. Deliciosa.
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El sorbete de mandarina |
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El couland con sus acompañantes |
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El tiramisú soso y la torrija de siempre |
En contra de La bodega de los Secretos diré que nos cobraron dos euros por persona en concepto de pan y aperitivo, aperitivo que no habíamos pedido. Y aunque ya lo sabíamos porque lo habíamos visto en la página web, no deja de ser un detalle que no me gusta, aunque a cambio nos invitasen a los cafés. Prefiero que no me cobren ese aperitivo que no hemos pedido y pagar los cafés que sí nos apetecía tomar para acabar la fiesta.

Y con respecto a la indicación de los baños, comentar que este restaurante se inclinó por poner dos reseñas en lugar de una. Una de ellas con los carteles de Ladies y Gentlemen. Si me pongo a pensar en el Madrid de hace cuatro siglos, su picaresca, el intento de tomarle el pelo al de al lado que aun practicamos, el formato superformal traído de los países anglosajones me parece fuera de lugar. Por eso me quedo con la segunda acepción, en el que cabemos todos, incluso los que no se sienten aludidos por el adjetivo.
Como conclusión, un poco caro, pero muy original, un sitio para lucirse.
Como siempre muy bien explicado todo Elena y bien documentado.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con lo del aperitivo.
El gazpacho quizá sea lo peor de todo.
El sitio muy original,quizá un pelín caro aunque la comida estaba muy rica.
Espectaculares los raviolis y el sorbete de mandarín.
Comparto contigo la valoración de La Bodega: lo mejor los raviolis, lo peor el gazpacho y el detalle del aperitivo un poco cutre; aunque, a lo peor, se está poniendo de moda.
EliminarMuy buena pinta
ResponderEliminarSí,todo tiene muy buena pinta y es muy apetitoso.
EliminarMuy bueno elena
ResponderEliminarBueno aunque un poco tarde el conentario añadir a lo ya dicho q vuelve a hacérseme la boca agua y lo describes de tal forma q parece q los lectores también saboreamos la comida. Hoy me quedo con la burrata uhmm q rico. La descripción del local genial ...nos has hecho adentrarnos contigo en esta antigua bodega. Y original el guapos y guapas.
ResponderEliminarYa echaba de menos tus comentarios llenos de optimismo y animosos. Y sí, muy original lo de guapas y guapos, que nadie se sienta discriminad@-
EliminarYa se que es un comentario tardío. Las fotos cada vez son mejores, en estas falta un poco de luz pero será por la iluminación que has descrito. El sitio parece muy curioso.
ResponderEliminarPues sí, como local es uno de los más curiosos que hemos visitado, aunque los platos no sean tan originales.
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