domingo, 12 de agosto de 2018

LA BODEGA DE LOS SECRETOS: En las entrañas de Madrid.


LABODEGA DE LOS SECRETOS, a 11 de Agosto de 2018, en la calle San Blas nº 4, de espaldas a la calle Atocha y muy cerquita del paseo del Prado. Estamos en el barrio de las Letras, podemos visitar la casa de Cervantes, de Lope de Vega y del Ateneo.

Por uno de los pasillos
¡Vaya local, si se puede llamar así, curioso, que nos hemos encontrado! En realidad ha sido escogido precisamente por lo que es, y no por la comida en sí que nos pudiesen ofrecer, pero nos ha sorprendido muy gratamente: ha sido una nueva forma de comer en Madrid. Se trata de una antigua bodega reconvertida en restaurante, situada entre el Caixa Forum y el Ministerio de Administraciones Públicas, en una callecita pequeña, recoleta, tranquila y silenciosa. Un lujo en la canícula de la capital, con un mes de agosto caluroso.
El techo visto desde la mesa


Según la historia del local, se trata de una antigua bodega que data de hace unos 400 años, situada en la afueras de Madrid por aquellas fechas, y tal vez construida como escondite de mercancías para evitar impuestos y como refugio de personas en caso de apuro, con sus tantos pasillos  y con varias salidas para ser utilizadas en caso de persecuciones. Tal sucedió en las guerras napoleónicas o en la guerra civil española. 

Según entras desde la calle al local, hay que bajar una planta y nos encontramos con un pasillo a izquierda y derecha, todo ello de ladrillo visto, incluso el techo, con un cierto estilo románico porque, de hecho, parece ser que la bodega perteneció a unos monjes de la congregación de San Felipe Neri. Somos conducidos a un espacio o hueco en el que cabe una mesa con dos bancos en el que nos acoplamos los cuatro, eso sí, un poco ajustados. Posiblemente era uno de los sitios en los que las botellas de vino guardaban su tiempo de reposo hasta estar listas. La luz nos la sirve una lámpara que hay encima de la mesa, suficiente, y no parece que haya aire acondicionado, aunque hubo un momento en que se notó que la temperatura subía. Fuera, en la calle, hace calor.
Vasitos de gazpacho y el pan

Como siempre, nos preguntan que si queremos algo de beber; pedimos cervezas, nestea y agua; nos sirven unos vasitos de gazpacho de aperitivo, que nos sabe mucho a pimiento, demasiado líquido, demasiado suave. Y de paso nos ponen el pan en su  cestita.

El pulpo braseado con base de patata
La carta no parece muy extensa, aunque suficiente para poder elegir entre cierta variedad. Como siempre, pedimos cuatro entrantes: croquetas de jamón ibérico, con una besamel muy delicada; laminado de pez mantequilla con deconstrucción de trufa o filetes superfinos de pez mantequilla, creo que ahumada, regada con aceite y trufa molida por encima. Una delicia el pez mantequilla. Le sigue el pulpo braseado con aceite y pimentón de la Vera y puré de patata trufada de textura super suave.
La burrata con su crema de tomate

Delicioso pez mantequilla y trufa
Por último, burrata (queso suave italiano hecho de mozzarella y crema) sobre crema de tomate y albahaca con olivada de aceitunas negras y gotas de aceite verde flotando entre la crema de tomate. Han sido unos entrantes de lujo, y de los cuatro me quedo con la burrata y su crema de tomate; soy fan de los tomates en todas sus variaciones y presentaciones, y si es crudo, mejor.

Los raviolis con su crema de setas
El bacalao confitado con pera
Vamos con los segundos: raviolis con crema de setas y queso: el toque que le da a la crema de setas el queso, la trufa que se intuye y el cebollino que se aprecia por encima del plato, lo hacen muy apetitoso. Bacalao confitado y gratinado con alioli de pera y azúcar mascavado (azúcar moreno y sin refinar) y sus gotas de aceite verde. Aunque el bacalao estaba en su punto, el aliño del alioli da como resultado un plato contundente, y aunque la pera, que parecía haber sido calentada en la plancha o confitada con el bacalao, le añadía un toque dulzón, ha resultado un plato un tanto pesado.
El solomillo con salsa de moixernos
El entrecot del Pirineo muy tierno

También pedimos entrecot del Pirineo braseado con sus patatitas asadas, muy tierno, y un solomillo de ternera con salsa moixernons (cierta clase de setas diminutas) que da como resultado una carne muy jugosa y de guarnición, brócoli y zanahoria. Y como soy poco carnívora, me quedo con los raviolis de setas y queso.

Y hoy sí que hemos pedido vino, vino de Ribeiro denominado San Clodio. Correcto.

Aunque los platos han resultado completos, hemos dejado un pequeño hueco para los postres, porque es nuestra filosofía el probarlos. Nos hemos decantado por el sorbete de mandarina, tiramisú de Jack Sparrow, torrija de toda la vida y couland de chocolate con helado de mango. Es difícil decidirse por alguno de los cuatro; como el tiramisú ha resultado con poco sabor a café y un tanto soso, doy mi voto a la torrija de toda la vida, grande y jugosa. Deliciosa.


El sorbete de mandarina
El couland con sus acompañantes

El tiramisú soso y la torrija de siempre










En contra de La bodega de los Secretos diré que nos cobraron dos euros por persona en concepto de pan y aperitivo, aperitivo que no habíamos pedido. Y aunque ya lo sabíamos porque lo habíamos visto en la página web, no deja de ser un detalle que no me gusta, aunque a cambio nos invitasen a los cafés. Prefiero que no me cobren ese aperitivo que no hemos pedido y pagar los cafés que sí nos apetecía tomar para acabar la fiesta.

Y con respecto a la indicación de los baños, comentar que este restaurante se inclinó por poner dos reseñas en lugar de una. Una de ellas con los carteles de Ladies y Gentlemen. Si me pongo a pensar en el Madrid de hace cuatro siglos, su picaresca, el intento de tomarle el pelo al de al lado que aun practicamos, el formato superformal traído de los países anglosajones me parece fuera de lugar. Por eso me quedo con la segunda acepción, en el que cabemos todos, incluso los que no se sienten aludidos por el adjetivo.

Como conclusión, un poco caro, pero muy original, un sitio para lucirse.


9 comentarios:

  1. Como siempre muy bien explicado todo Elena y bien documentado.
    Estoy de acuerdo con lo del aperitivo.
    El gazpacho quizá sea lo peor de todo.
    El sitio muy original,quizá un pelín caro aunque la comida estaba muy rica.
    Espectaculares los raviolis y el sorbete de mandarín.

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    1. Comparto contigo la valoración de La Bodega: lo mejor los raviolis, lo peor el gazpacho y el detalle del aperitivo un poco cutre; aunque, a lo peor, se está poniendo de moda.

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  2. Bueno aunque un poco tarde el conentario añadir a lo ya dicho q vuelve a hacérseme la boca agua y lo describes de tal forma q parece q los lectores también saboreamos la comida. Hoy me quedo con la burrata uhmm q rico. La descripción del local genial ...nos has hecho adentrarnos contigo en esta antigua bodega. Y original el guapos y guapas.

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    1. Ya echaba de menos tus comentarios llenos de optimismo y animosos. Y sí, muy original lo de guapas y guapos, que nadie se sienta discriminad@-

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  3. Ya se que es un comentario tardío. Las fotos cada vez son mejores, en estas falta un poco de luz pero será por la iluminación que has descrito. El sitio parece muy curioso.

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    1. Pues sí, como local es uno de los más curiosos que hemos visitado, aunque los platos no sean tan originales.

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