domingo, 8 de abril de 2018

DON LISANDER: Pasta fresca con sus aderezos y una tarta de limón.


DON LISANDER. 7 de Abril de 2018, en la calle Infanta Mercedes nº 92. Nos encontramos con un restaurante italiano al uso: pasta fresca y pizzas, sobre todo, y situado muy cerquita de plaza Castilla, así que casi podemos tocar con la mano las Torres Kio.
Unos cuadros de la decoración en un aseo
La decoración del local me recuerda a otros restaurantes italianos, con cuadros de coches y motos, recurrente, e incluso una hélice de no sé que vehículo, en las escaleras de bajada al piso inferior. En la mesa nos espera una botella de aceite que resulta ser de Jaén.
Entre que miramos la carta y nos traen las bebidas, nos ponen en la mesa un entrante con unas rodajas de salchichón y unos colines cortitos y extragruesos, que luego nos cobrarán por ello 3 euros.  ¡Vaya!
Nos disponemos a pedir y nos dice la persona que nos toma nota que fuera de carta tienen alcachofas y …. adjudicado, para nosotros las alcachofas, porque sólo queda una ración y a nosotros nos privan. También pedimos como entrantes y a compartir una pizza lisander y una ensalada Cosa Nostra.
Los entrantes
La pizza lisander fina, fina
Las alcachofas, rebozadas y con una salsa de tomate casero en el centro para mojar, espectaculares, parecía una tempura ligera. La ensalada llevaba rúcula (con ese sabor tan peculiar) bacon, nueces, queso parmesano en láminas y acompañado de una pipeta con su vinagre balsámico (supongo que de Módena) para servir al gusto. Original. Y la pizza lisander, hecha de masa muy, muy fina (aunque yo prefiero la masa un poco más gruesa), con su tomate y queso, y con huevos de codorniz y salchichas, servida en una tabla de madera. Por supuesto que me quedo con las alcachofas, a las que tal vez, les faltaba un pelín de sal.
Agnolottis de espinacas
De segundo pedimos dos platos de pasta fresca y escalopines a la marsala, estos, sin empanar y acompañados de una crema de patata deliciosa. Uno de los platos de pasta fresca eran linguini, para mí fetuccinis, con salsa de setas y trufa. Y el otro eran agnolottis, una especie de raviolis de color verde, pero mucho más grandes y redondos, rellenos de crema de espinacas, con una bola de queso mozarella en el centro, frutos secos y una especie de salsa pesto como base. En un principio parecía un plato algo soso y seco, pero según avanzas en la cata, si se acompaña con una porción del queso, un poco de nuez y una pasa, mejora enteramente la prestancia del plato.
En cuanto a los linguini, nos pareció el plato mejor conseguido; esa salsa de nata con champiñones y ese sabor intenso de la trufa era difícil de superar.
Y para que no nos falte nada, acompañamos el segundo plato con focaccia, o masa de pan muy fina o la masa de la pizza con una pizca de aceite y orégano.
Siempre dejamos sitio a los postres, porque una comida de este tipo no está completa si no degustamos los postres caseros que nos ofrecen. En este caso nos decantamos por el chantilly, (crema ligera de merengue, nata, vainilla y canela, con helado de frutos rojos), un postre muy fresco y sabroso, el famoso tiramisú, servido en un vaso corto de cristal y la tarta de limón.
La original tarta de limón
Los postres ricos, ricos
Y ahora lo memorable, imaginaros la escena, porque a nosotros se nos pusieron los ojos como platos: viene la camarera y pone una cuchara a cada uno y a uno de nosotros, además, un mantel personal de plástico fino. ¿Para qué? Pues bien, a continuación pone en la mesa una bandeja en la que hay un molde redondo, especie de picatostes que resultaron ser galleta y dos mangas pasteleras, una con crema de limón y otra con merengue . Pone el molde en el centro del mantelito, a continuación los picatostes/galleta de base, después la crema de limón, por encima el merengue y por último lo flambea. Todo en nuestra mesa; y como es la primera vez que vemos una presentación así, pues nos quedamos pasmados y sorprendidos y encima estaba estupendo de sabor.
Con relación al servicio de mesa debemos considerarlo correcto, aunque no es de recibo que te cobren un servicio de entrantes, que ellos denominan aperitivo, que no has solicitado.
A considerar, también, que el agua que nos sirvieron era Acqua Panna, de la Toscana. Un detalle que se escapa en el aceite.

Y por último tenemos el tema de los baños y su señalización. Parece que con un símbolo no había suficiente y había que poner dos, el tradicional de la silueta señora/señor y una foto de los años 50 de un actor/actriz (?) en bañador. Parece que el tema de la  igualdad de género no está muy bien compensada: el en actitud deportiva y ella como posando. Aunque es original, chirría un poco.





En definitiva, una experiencia culinaria más que notable.


4 comentarios:

  1. Madre mia que bien expresado¡¡¡ parece que he comido con vosotros. Uhmm se me hace la boca agua yhmm.

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    1. Pues sí, fue una comida que se disfrutó intensamente. Esa pasta fresca, con un color verde digno de mención, que nosotros no estamos acostumbrados a comer, así como la trufa, por ejemplo, constituye una vivencia muy interesante, muy gastronómica.

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  2. Los comentarios,con los que describes los platos es como si hubieses estado en la cocina de ayudante del cocinero,yo en algunos platos os hubiese acompañado,por que la pasta y la pizza si me gusta,y ya los postres son lo más aunque yo no sería crítica porque me gustan todos,los carteles de los baños un poco recargados pero por lo menos está señalizados,el gran resumen de todo me a parecido muy completo

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  3. Pues no, no he sido ayudante de cocina en este restaurante, pero me alegra que opines que los platos parecen muy bien descritos. La idea, con estos comentarios, es hacer que parezca que estáis compartiendo conmigo estos momentos.

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