LA MALAJE, a 22 de abril de 2.023 en la plaza de la Paja n.º 10 de Madrid, esa plaza situada en el barrio de los Austrias, a mitad camino entre la calle Segovia y la plaza de los Carros, y muy cerca de los jardines del duque de Anglona. En la misma plaza podemos encontrar la Casa de Los Vargas o la Capilla del Obispo.
La experiencia culinaria del mes de abril va destinada a degustar los ricos platos del sur del país, de esa Andalucía que tan bien combina sabores de mar y montaña, del fruto de esos olivares que adornan sus campos o ese marisqueo que nos ofrecen sus aguas.
Así, podemos encontrar en la carta, chipirones, jamón ibérico, langostinos, atún rojo, corvina, y más sabores sureños.
Nos encontramos con un local en el que destaca el color azul de algún adorno, como los marcos de las ventanas, con el blanco de las paredes, las mesas con su mantel y servilletas blancas, vaso y copa para escoger acompañamiento líquido y platos de distinto colorido para cada comensal.
Interior de La Malaje
Es un local pequeño, de
escasas dimensiones pero con tres alturas, dos para atender a los clientes y en el
sótano han situado las cocinas; a nosotros nos colocan en el primer
piso, en donde pueden comer en las cinco mesas preparadas para la ocasión y desde podemos contemplar
parte de la plaza de La Paja a través de la ventana abierta, observar a otros
comensales en la terraza y demás paseantes del lugar.
Uno de los platos de La Malaje
En todo el tiempo que ha
durado nuestra comida, solo nos ha atendido una camarera, simpática y profesional en todo momento, que lo primero que ha hecho es ofrecer agua y contarnos
que fuera de carta hoy podían ofrecernos gambas, tanto cocidas como a la
plancha, almejas o carne madurada, la cual que podía pesar unos 900 gramos.
Mientras nos decidimos, hemos pedido unos refrescos que han venido acompañados de unas olivas rellenas de pimiento ligeramente picantes, y de un plato con cuatro rebanadas de pan rociadas con un aceite de un precioso color verde y unos picos, para abrir boca.
Pan con aceite y picos
Después de analizar
minuciosamente la carta, nos decidimos a probar esas almejas en
salsa, salsa templada elaborada a base de tomate, ajo y cebolla,
sobre todo y ligeramente picante. Plato contundente y almejas muy
tiernas. y ya nos damos cuenta que la ramita de perejil no va a faltar en ninguno de los platos.
Almejas en salsa
La camarera nos ofrece la
posibilidad de pedir medias raciones para así poder probar más platos,
así que aceptamos el ofrecimiento y nos decantamos por esos
chipirones fritos, en cuya base se adivina un huevo, también frito y aderezado
todo con una salsa alioli de ajo asado y decorado con su ramita de
perejil. Puede que hayan sido los chipirones más sabrosos que he
probado, y que parece ser son lo mejor del restaurante, ya que nos cuenta la camarera que hay muchos cliente vienen a La Malaje sólo para comer estos estupendos chipirones fritos. Para repetir,
sin duda.
Chipirones fritos con huevo y salsa alioli
Otra media ración que hemos
probado en La Malaje ha sido un wok de verduritas salteadas con
langostinos al jerez, que, además de los langostinos, se adivinaba el apio, coliflor, setas, zanahoria en
juliana, espárragos trigueros o brócoli, aderezado con semillas de
sésamo y de una textura y sabor muy agradable.
Wok de verduras
Como se nos ha acabado el pan,
porque hemos mojado toda la salsa de las almejas, hemos pedido más,
y esta vez ha venido servido en un plato de Duralex de color ámbar,
de esos que usábamos en nuestra infancia. Curioso.
Como plato fuerte, hemos compartido un tataki de vaca marinada en salmorejo canario. Sobre el plato, dos rodajas de carne, que podría ser solomillo, muy tierno, sobre una cama de salmorejo que le ha dado mucha jugosidad al plato, y por encima, cebolla cortada en juliana, condimentada lo justo para ser degustada, sin que resulte dura ni muy pochada, muy al dente. Esa cebolla y el salmorejo, lo mejor del plato.
Tataki de vaca marinada
Como siempre, le hacemos un
hueco a los postres, que según nos dice la camarera son caseros. Y
nos decidimos por un pastel de chocolate puro acompañado de un
helado de avellana y de una tartaleta de manzana asada, en la que
destaca el sabor de la canela, con helado de manzana. Ambos postres
van adornados con dos frambuesas, una hoja de hierbabuena y unos
pequeños pétalos de flores. Sin duda, un buen fin para una
estupenda experiencia.
Tarta de chocolate y de manzana
Y esta vez, sí que la señalización de los aseos ha supuesto una muy agradable sorpresa. Unos preciosos flamencos rosas nos dan la pista de hacia donde debemos guiar nuestros pasos.
Me alegro que sigáis disfrutando de vuestras comidas, un sitio muy bonito y de la comida me parece todo delicioso sobre todo los chipirones, en ésta ocasión me gusta todo, a seguir disfrutando y yo disfrutando de tus escritos
ResponderEliminarUn sitio pequeño, acogedor y muy recomendable.
EliminarEsta vez me gusta todo y la señalización de los baños muy curiosa
ResponderEliminarDebía de estar todo buenísimo a mi me gustaría todo, tiene muy buena pinta y muy bien detallado, el detalle de los aseos muy original
ResponderEliminarEs cierto que el detalle de los aseos es uno de los más originales que hemos visto.
EliminarUhmmm todo todo me lo comería ...q pintaza todo
ResponderEliminarRecomiendo no perderse los chipirones fritos
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