sábado, 23 de febrero de 2019

ANEMA E CORE: ¡Esa salsa de tomate tan espectacular!


ANEMA E CORE, a 23 de febrero de 2019, en la calle de Los Donados nº 2, zona de Ópera y Arenal, zona de muchos recuerdos, tanto antiguos como recientes, y todos muy intensos.

Interior de Anema e Core 
No encontramos con un restaurante especializado en comida italiana, y más concretamente, de la zona de Nápoles y sur de Italia. Copas, manteles de tela, escasa decoración y tal vez, pobre en iluminación.

Como siempre, junto con la carta nos preguntan si queremos algo de beber antes de comer, y nos decidimos por una cervecita fresquita y un vermut. Ante esta última opción, la camarera nos ofrece una especialidad napolitana, un negroni sbagliato, que lleva vermut rojo, campari, y cava (como para darse un homenaje y salir contenta), que por supuesto aceptamos. 



El pan y los gnochis
Junto con las bebidas nos sirven como aperitivo unos gnochis con queso y cuatro rebanadas de pan, pan con semillas de comino y ligeramente dulce.



La pizza margherita
Y ya con la carta en la mano, decidimos compartir una pizza margherita “dop”, con su tomate, su queso mozzarella y su albahaca y esa base, ni muy fina ni muy gruesa, como de medio dedo, y en su punto. A destacar esa salsa de tomate, quiero creer que casera, con un sabor espectacular.


Los canelones de bacalao

Tras entrante tan conseguido, hemos pedido de segundos platos, dos recomendaciones del jefe de sala, de dos platos que están fuera de carta: canelones de bacalao y gamba roja, con su besamel casera. Muy original.



Los tagliolini con carabinero
El otro plato es una pasta un poco más gruesa que el espagueti (no mucho más), llamado tagliolini, hecho con la tinta del calamar y con carabinero y un toque picante que le da la guindilla, emplatado con un molde redondo y encima la cabeza del carabinero mirando al techo. Le acompañan unos sabrosísimos tomates cherri asados. Y rebuscando, había por lo menos ocho guindillas pequeñas; una de ellas me la comí con el segundo bocado y ardía como demonios.

Nos quedamos con las ganas de pedir un plato de alcachofas confitadas con tomate seco y queso de oveja, pero nos parecía demasiada comida y decidimos reservarnos para los postres.

La pastiera napolitana
Los postres son para nosotros un plato fuerte que siempre hay que probar, y mucho más cuando nos dicen que todos son caseros. Y como estamos en un restaurante napolitano, nos decantamos por una pastiera napolitana y una babba. La pastiera napolitana es un pastel cuya base es de masa crujiente y el relleno es una mezcla de ricota (o requesón), trigo cocido y naranja confitada en trocitos muy pequeños y aromatizado con agua de azahar. Demasiado contundente.
La babba

La babba (o babá), que también estaba fuera de carta, es un bizcocho borracho bañado en un almíbar de ron (más que masa de bizcocho parece masa de suizo), con una salsa de crema pastelera casera y nutella bañando el plato. Delicioso.


La botellita de limoncello
Decir que el servicio ha estado profesional en todos los aspectos, incluyendo la invitación a un chupito de limoncello, servido en vasitos muy, muy fríos y en botellita cerrada, como las botellas de gaseosa de cuando éramos pequeñas, y que se han vuelto a poner de moda. 

Me da la impresión de que ninguno de los camareros con los que hablamos era italiano, y el que parecía el jefe de sala, me parecía que tenía un deje argentino. Y ya a la salida me fijo en el horno de piedra en el que elaboran las pizzas.



¿Y los baños? Muy propio, muy fino y muy elegante. La única pega es que la señalización está encima de la puerta, un poco fuera de la vista.



domingo, 10 de febrero de 2019

EL ASADOR DE ENRIQUE: Nada del otro mundo.


EL ASADOR DE ENRIQUE, a 10 de febrero de 2019, en la calle Navas de Buitrago nº 24, en la zona caliente de Villaverde, en el polígono Marconi.

Tenemos comida familiar y decidimos reunirnos en un restaurante en el que se pueda aparcar bien, amplio y acondicionado para personas minusválidas. Nos encontramos con un salón muy grande, con un aforo de unas 250 personas, calculo. Y nos decidimos por el menú del día, domingo, que supongo será más especial que el de diario.

El tartar de salmón 
Nos sirven tres entrantes: un tartar de salmón, presentado en  forma cuadrada a repartir entre cuatro personas. Va acompañado de cebollino, cebolla morada y una especie de patata frita, una de color blanco y otra de color amarillo. En un principio, al verlo, pensamos que era la clara y la yema del huevo sometido al grill; pero no, se trataba de una fina capa de queso cheddar y queso mozarella al horno. Le da un toque vistoso al plato.

El paté con mermelada
A continuación nos sirven paté de pato con mermelada de fresa y panecillos tostados para untar. Yo, que soy entusiasta del paté, saboreo mi ración.


El revuelto de morcilla
Y por último, nos sirven revuelto de morcilla. A decir  verdad, de morcilla solo tenía el nombre, porque no se apreciaba el sabor, que el de la morcilla suele ser intenso, ni tan siquiera el color, que era de un marrón claro nada apetecible. Tal vez lo deberían de denominar revuelto de patata.

Y de segundos a escoger entre fideua, cachopo y costra de emperador con gulas. Han pedido fideua cinco personas, y ponen en el centro de la mesa una paellera con la fideua y su marisco, mayormente almejas, calamares y mejillones. Tiene buena pinta.
La fideua

El emperador con gulas lo piden otras cinco personas, y también tiene buena pinta y huele muy bien.


El emperador con gulas

Y el resto pide cachopo. ¿Qué decimos del cachopo? Sabemos que es un filete grande, pero nos sirven sobre una pizarra negra, un filete empanado de unos 30 centímetros de largo, que sólo con verlo te das cuenta de que no vas a poder comértelo todo. 

El cachopo XXL
Y al empezar a cortarlo, notas que muy tierno no está, y que según avanzas con el corte, se derrama lo que me parece el suero del queso, no el queso fundido. No me convence ni la textura, ni la presentación según vas cortando. El plato va acompañado de unas patatitas paja servidas frías, medio tomate cherri y algo de rúcula.

Y para los postres, la mayoría nos decantamos por escoger entre el pudin, el flan o el sorbete de limón. Simplemente correcto.
Es el momento en el que aparece la tuna y saca a bailar a las chicas al ritmo de "Que viva España"; mucha risa, pero algo fuera de lugar.

Por la zona sur de Madrid, es famoso el Asador de Enrique, todo el mundo ha oído hablar de este restaurante. Cuando hay un evento en el que se tienen que reunir muchas personas, muchos piensan en el Asador de Enrique. Pero deja bastante que desear, tal vez porque es complicado cocinar para tantas personas.

Y los baños; curioso que la señalización sea el nombre de señoras y caballeros, puesto así, en vertical, porque hemos de entender, que todo el mundo sabe leer el castellano, incluso las personas muy mayores o extranjeros, ¿no?