domingo, 25 de febrero de 2018

EL TORMO. Las viandas de Alonso Quijano.


EL TORMO en la travesía de Las Vistillas nº 13 de Madrid. Especialistas en platos que aparecen en El Quijote, de Castilla La Mancha. 17 de Febrero de 2018

Pisto manchego
Una de las normas no escritas de nuestro juego, es que no se puede repetir restaurante, porque precisamente se trata de descubrir sabores y cocinas nuevas. Pero decidimos hacer una excepción con El Tormo, porque nos pareció cuando lo visitamos la primera vez que era digno de repetirse. Y casi siempre que hemos vuelto a comer en un mismo sitio, fuera de este juego, nos ha decepcionado. Por eso nos daba un cierto respeto esta visita. Y no.
Gazpacho del pastor

Estamos en un local pequeño que acoge unas 5 ó 6 mesas y que el día que lo visitamos había unas 12 personas. Una mesa vacía porque una reserva falló.
Está situado muy cerca del Palacio Real, pero en una calle muy cortita que no tiene nada, sólo El Tormo y viviendas y un bar en la esquina; si vas por esa calle, es que o vives allí o vas a El Tormo, pasando antes por el bar para empezar con una cerveza.
Gazpachos manchegos

No hay carta, o por lo menos a nosotros no nos lo ofrecieron y es que sirven el menú degustación o, imagino, cocina de encargo. Comimos, por este orden: pisto manchego con un huevo, chorizos (uno para cada uno y de sabor suave y poco grasoso), gazpacho del pastor, gazpacho manchego o galianos (poco sabor en comparación con el plato anterior), atascaburras (crema muy suave de patatas con bacalao y nueces), morteruelo, codornices al chocolate y bacalao a la manchega.
Atascaburras

Me quedo con el gazpacho del pastor, especie de torta con algo de carne, y atascaburras, la crema de patatas y bacalao, qué suavidad de crema y qué sabor a bacalao, sin que se note su presencia.
Todos los platos servidos en cazuelitas de barro por Enrique, y de paso nos explica en qué consiste cada plato, su composición (perdiz, faisán, jamón, costillas, pan ácimo, entre otros) su antigüedad, toda una lección.
Y de postre, mostillo (una especie de membrillo con nueces) con queso, alajú (especie de turrón con nueces) y las quesadillas, aunque me resultaron un poco secas. Y los chupitos de aguardiente, café y orujo que no falten.

Y qué decir de Milagros, el alma del TORMO, que de vez en cuando sale a comprobar el resultado de sus guisos, atenta a los comentarios (siempre buenos) lo que hace que nos sintamos como en familia y con ganas de volver. Y de hecho, lo haremos en marzo a probar el arroz con liebre.
Una experiencia gastronómica que me deja sin palabras. La sensación de que en todo Madrid no vamos a encontrar una comida que tiene una antigüedad de unos quinientos años, que ya se nombra en el Quijote, que seguramente no ha sufrido cambios en las recetas. Irrepetible.




Para ser justos, debemos ponerle un pero a El Tormo y es el pan. Resulta un poco fuera de lugar que sirvan pan blanco de barra, con los buenos panes rústicos u hogazas que se hornean en Madrid. 

Y en el plano de los aseos, la señalización me resultó original, con dos aseos, uno para señoras y otro para caballeros, con sendos cuadritos estilo Botero. Sin complejos.


Ni el local, ni las recetas se pueden perder. Sería como perder un idioma minoritario o un animal en peligro de extinción. ¡Relevo generacional, ya!


domingo, 18 de febrero de 2018

LAMIAN: Asia en el plato


LAMIAN, en la plaza de los Mostenses 4 de Madrid. Cocina oriental de fusión. 20 de Enero de 2018.

Es un local que resulta una tasca al uso, y con poco glamour: mesas de madera, un único plato para todas las comidas y sus palillos unidos, sin funda de papel. Al que quiso se le facilitó tenedor.
Y qué decir de la comida; pedimos 5 platos para los cinco: pulpo con panceta, hongos en tempura, tepanyaki de oreja, empanadillas de gambas y Jackie Chang no es Bruce Lee (si hay un plato con nombre original, es éste). No pedimos vino.
Tarjeta Lamian
Texturas y sabores originales, de fusión en resumen, y me quedo con el pulpo con panceta y salsa coreana, con una ensalada con bastante sabor a cilantro, que me recuerda a la comida vietnamita.
El servicio, muy atento, con gente muy joven (les sobran los tatuajes); incluso nos preguntaron que cual era el plato que más nos había gustado, como si supiesen que estábamos en pleno “juego”.
En el capítulo de los aseos y su forma de indicar si es de señoras o caballeros, el de Lamian me ha resultado original, tal vez porque nunca lo había visto. En la puerta de caballeros figura un OS y en el de señoras, AS. Claro que para saber cual te corresponde, tienes que mirar ambas puertas.


Experiencia con notable alto, muy satisfactoria. Precio medio 32 euros.

Semanas después de escribir este pequeño apunte, vi en una revista especializada que Julio Zhang, de quien reconozco no haber oído hablar, es cocinero singular y que destacó en el local antes de que se llamase Lamian y abrir otro local, por su cocina de fusión oriental original. Ha dejado en Lamian unos buenos discípulos cocineros/as. Enhorabuena.


La experiencia culinaria


Y, sí, jugamos con los cubiertos: a veces cuchillos de sierra para carnes, o tenedores para postres, o cucharillas pequeñas para el café o palillos cuando coincidimos en un oriental.
Esta aventura mensual comenzó hace unos ocho años. Y todo empezó cuando en una tarde aburrida nos pusimos a comentar que Javier había oído hablar de un restaurante japonés con buena fama de hacer comida realmente japonesa, de nota. Y así decidimos ir una noche de viernes, y recuerdo que hacía frío, pongamos que era Enero, a cenar ambos a Myama, en el paseo de la Castellana, plaza de Gregorio Marañón en Madrid. Una experiencia digna de unos buenos comensales a los que les gusta probar cocinas y sabores nuevos.
La pega que le pongo a esta primera visita es que comimos demasiado; salimos llenos y allí me di cuenta que para disfrutar de la comida tengo que salir del comedor con un pelín de hambre; no sintiendo el estómago a reventar.
Y como nos gustó la experiencia, nos propusimos continuar con la aventura gastronómica, y el siguiente sitio que visitamos fue Nikei 225, en Madrid, comida japo peruana de chuparse los dedos.
Y después al Bohío en Illescas, Toledo para celebrar el día del padre y el cumpleaños de Juan.
Y así, la curiosidad por probar cocinas ajenas a la española nos llevó a proponernos que todos los meses iríamos a un restaurante “diferente” y probar cada mes cocinas y/o sabores nuevos. En un primer momento la propuesta la llevamos a cabo entre Javier y yo, y se la hicimos llegar a Juan, quien nos contestó que a él, cuando salía fuera de casa le gustaba comer filete con patatas. Pero pronto se cansó de esa absurda teoría, o tal vez fue que veía que nosotros nos íbamos y él se quedaba en casa y volvíamos emocionados con la experiencia culinaria, y le duró poco su “filete con patatas”.Al poco tiempo se unió al grupo gastronómico amateur y somos tres personas adultas que todos los meses buscamos un sitio donde comer “distinto”, siendo que cada mes, uno escoge ese sitio diferente en donde comer.
En estos ocho años hemos pasado por sitios con mucho renombre, Diverxo cuando estaba en la calle Pensamiento, el Bohío, llardy, Malacatín (mejor el cocido de Llardy que el de Malacatín, que resultó con demasiado sabor y grasa del chorizo) y otros que, sin tanto renombre, han dado un resultado más que espectacular, Minotauro-Kalypso (carnes raras), Los Delgado, El Tormo (platos del Quijote), El Perro y la Galleta, Yzariya (comida japonesa no occidentalizada), Atelier Belge (con sus mejillones y patatas fritas y selección de cervezas), La Huerta de Tudela (y sus alcachofas), Nuria (comida etíope), Viet Nam (comida con sabores muy frescos), Vip Bar (y su sopa de maní), La Cocina de María Luisa (sus hongos y trufas), y tantos otros que me dejo en el tintero.
Y aquí comienza este diario, estamos en Enero de 2018, le toca escoger a Javier dónde nos lleva este mes y analizaremos el dónde, el qué y el cómo.
Y le vamos a dedicar un comentario a los aseos y su forma de indicar si son de señoras o caballeros, si son originales o tradicionales, si hay dos cabinas y una, porque vamos a dar por sentado que están limpios, y si no lo están, es que hemos tenido la mala suerte de que una persona no muy cuidadosa ha entrado antes que nosotros.
Añadir que en el último año se ha incorporado al juego una nueva persona, Jesús, con lo que ya somos cuatro y al que damos la bienvenida.