RESTAURANTE O´CALDIÑO, a 5 de julio de 2025 en la calle Lagasca n.º 74 de Madrid.
La calle Lagasca, paralela a la calle Velázquez y a la calle Serrano, atraviesa los distritos de Salamanca y Chamartín y recorre los barrios de Recoletos, El Viso y Castellana.
La calle Lagasca debe su nombre al botánico Manuel Mariano Lagasca y Segura, nacido en el año 1776 en un pueblo de Zaragoza, fallecido en Barcelona en el año 1839 y que fue director del Jardín Botánico de Madrid.
Después de nuestra experiencia de junio en un restaurante coreano, en este mes de julio nos quedamos en España para disfrutar de la gastronomía gallega en estado puro, ya que en O´Caldiño nos sirven los productos frescos del la zona traídos día a día desde la costas gallegas, para disfrute de los habitantes de la villa y corte y de sus visitantes.
O´Caldiño abre sus puertas en Madrid en el año 1973 de la mano del gallego Modesto Gómez, nacido en el pueblo de Santa Marta de Ribarteme.
Aquí nos ofrecen productos de primera calidad de la zona gallega pero añadiendo en su elaboración nuevas tendencias culinarias, sin dejar de degustar pescados y mariscos (pulpo, percebes, navajas, almejas, zamburiñas, carabineros,…) que se reciben a diario de las mejores lonjas gallegas, así como las carnes de la tierra (ternera o lacón, por ejemplo).
En definitiva podemos encontrar empanadas rellenas de bacalao con pasas o de chipirones, por ejemplo, caldo gallego y pulpo a la gallega, pescados como el bacalao, raya o la merluza a la gallega, lacón con grelos o entrecot de ternera.
No podemos olvidarnos de los vinos, Ribeiro y Albariño, que sirven en su justa temperatura.
Nos encontramos con un restaurante con una decoración armoniosa, con paredes forradas de madera y sobre ellas, cuadros de marinas y bodegones. Mesas con mantel blanco y debajo y sobre las sillas, fundas de un azul cobalto que le da al local un ambiente muy acogedor.
Interior de O´Caldiño
Mientras degustamos un vermut
gallego Petroni, vermut que se fabrica en Padrón y que tiene un
elegante sabor, aperitivo que viene acompañado de unas aceitunas aliñadas con cebolla y
pimiento, miramos la carta para decidir si tomamos carne o pescado, o
bien algún entrante frío o caliente. De paso nos van colocando la cesta con rebanadas de pan gallego y que lleva también una especie de colín pequeño y gordito con sabor que parece haber sido elaborado con aceite. rico-rico.
Nos decidimos por probar varios platos para compartir como entrantes, y dejamos las carnes y los pescados para mejor ocasión. Y también nos atrevemos con un albariño de la casa fresco par acompañar los platos de hoy. Por cierto, que el camarero ha dado a probar el vino a la mujer y no al caballero sentado en la misma mesa, y le he comentado que como no suele ser habitual, el hecho me ha llamado mucho la atención.
Para empezar nos sirven un salmorejo con tartar de gambones; sobre una buena capa de salmorejo muy suave en la que se han escapado semillas de sésamo, de chía y algún tomate cherri, aparecen los gambones pelados y partidos en trozos muy pequeños; cucharada de salmorejo con semillas y trozos de gambón con ese fuerte sabor a mar que se aprecia en la boca, ha resultado delicioso.
Tartar de gambones con salmorejo
Seguimos disfrutando de unas
croquetas de pulpo sobre una mayonesa de kimchi, esa crema que se
elabora con col fermentada y que tiene un muy ligero toque picante, y
suaves hilos de chili, y tan suaves que parecían hilos de azafrán.
Después de degustar estas croquetas llegamos a la conclusión de que las podríamos seleccionar como unas de las mejores que hemos probado a lo largo de toda nuestra experiencia culinaria.
Croquetas de pulpo con mayonesa de kimchi
En todo buen restaurante
gallego no podemos dejar de degustar algún marisco y aunque el
camarero nos habla de las bondades de las almejas, de los mejillones
y de las gambas, nos decantamos por probar una navajas con ajo y
perejil, con su carne tierna y suave y que invita a mojar pan en esos restos
de aceite ajo y perejil que han quedado en el plato.
Navajas gallegas
Como la ración de navajas nos
ha parecido algo escasa, la hemos acompañado con dos ostras de buen
tamaño y con el inconfundible sabor a mar que deleita a los más
marisqueros.
Ostras
Otro de los entrantes que nos
apetecía catar ha sido la ensaladilla con ventresca de bonito y
encurtido de piparras. Para mi gusto, le faltaba algo de mayonesa y a
la piparra le sobraba algo de picante.
Ensaladilla con ventresca de bonito
Para terminar nos han servido
unos chipirones braseados con una vinagreta de pistachos verdes, que
venían acompañados de unas rodajas de patatas cocidas en su punto y unas cuantas hojas de lechuga.
El plato peor conseguido, con unos chipirones algo blandos, que
resultaban en la boca algo babosos. Tendríamos que haber empezado
con este plato y terminar con la croquetas, por ejemplo, y habríamos
salido más contentos con el final de esta comida tan estupenda. Es mejor ir de menos a más, que de más a menos en calidad y gustos.
Chipirones con vinagreta de pistachos
De postre nos hemos pedido una
tarta de queso horneada acompañada de unos pegotes de nata montada,
tarta que ha resultado muy cremosa y suave, en su justo punto de dulzor y un
flan de requesón, que más que flan parecía un trozo de queso blanco,
por la textura del postre, acompañado de galleta desmenuzada y salsa
de frutos rojos. Mejor la tarta de queso que el flan de requesón.
Flan de requesón y tarta de queso horneada
Para terminar, y como siempre,
la señalización e los aseos, muy elegante, como corresponde al
lugar elegido en este mes de julio para disfrutar de nuestra
experiencia culinaria.