sábado, 2 de noviembre de 2024

MANOLO 1934: Cocido en dos vuelcos

 MANOLO 1934, a 1 de noviembre de 2024, en la calle de la Princesa n.º 83 de Madrid, en el distrito de Moncloa-Aravaca, en el barrio de Argüelles.

La calle de la Princesa, que comienza en la plaza de España y termina en Moncloa, tiene una longitud de 1,3 kilómetros y abarca los barrios de Argüelles, Universidad y Gaztambide. 

la calle de la Princesa debe su nombre a la infanta Isabel de Borbón y Borbón, más conocida como “La Chata” por el pueblo llano; fue en dos ocasiones princesa de Asturias, la primera vez entre 1851 y 1857, año en el que ya nace su hermano Alfonso, y por lo tanto heredero a la corona de España por ser él el primer varón habido del matrimonio entre su madre la reina Isabel II y su marido Francisco de Asís. La segunda vez fue entre 1874 y 1880 como sucesora de su hermano Alfonso XII al fallecer éste siendo tan joven. Se casó con Cayetano de Borbón Dos Sicilias el 13 de mayo de 1868 y no tuvo hijos.

Este restaurante fue fundado por Manuel Rodríguez Queizán y su esposa Pepita en el año 1934, tras trabajar alguna temporada en el café Varela. Aunque en un principio Manolo estuvo situado en la calle Embajadores, tras la guerra civil, y visto el estado calamitoso en que quedó el local deciden trasladarse a la calle Princesa 83, en donde aun siguen asistiendo a sus comensales. En el año 1968 fallece Manolo y toma los mando del local su hijo Enrique, siendo un local de encuentro entre los universitarios de la época. En el año 1982 deja los fogones Enrique en manos de su hijo José Ramón hasta que en el año 2022 toma el relevo la cuarta generación con otro Manuel.


Manolo 1934 ha sido galardonado con el premio al mejor cocido madrileño en su tercera edición, en el año 2023. Además del cocido madrileño, en este restaurante se pueden degustar las recetas más tradicionales de las cocinas madrileña y gallega, recetas sencillas y sabrosas con buenos productos de temporada y de calidad. Así podemos encontrar cachopos o chipirones en su tinta, entre otras delicias.

El restaurante Manolo 1934 es bastante acogedor, con paredes forradas de madera con dibujos serigrafiados, un pequeño espejo de unos 40 centímetros a la altura del pecho y por encima papel de colores verde claro y beis. Sobre el papel, objetos con trazas de ser bastante antiguas, bandejas y cerámicas. Y en un vitrina, juguetes de principios del siglo XX.

Interior de Manolo 1934

Nos atienden camareras, algunas de mediana edad, todas vestidas con uniforme negro, muy amables, muy profesionales.

De entrada nos pedimos un vermut y una cerveza sin alcohol que viene acompañado de una pequeña ración de paella, al que le faltaba un punto para terminar su cocción, ya que los granos estaban un poquito duros.

Aperitivo de paella

Y sin más, sin mirar la carta, le decimos a la camarera que venimos a probar el cocido, a lo que nos responde que "no hay que perder más tiempo, si está todo decidido", nos quita los platos que ya había sobre la mesa, y al momento nos trae un plato de sopa de un bonito color naranja, demasiado suave para mi gusto y con pocos fideos.

Como curiosidad, comentar la forma de las cucharas, con esa forma más picuda en la parte que está más en contacto con la boca, como contraste a esas cucharas de forma más redondeada que estamos más acostumbrados a utilizar




Lo curioso de Manolo 1934 es que no nos han servido la sopa y el cocido en una misma vez, como en otros sitios, por si nos apetece mezclar la sopa con el resto de los elementos del cocido. Así que, terminada la sopa, retiran los platos y nos traen en un plato bastante grande, el segundo vuelco del cocido, con sus garbanzos en su punto perfecto de cocción y sal, su repollo algo más soso, su morcillo, su tocino, su gallina, su parte de la punta de jamón, su ropa vieja, su patata y zanahoria, y su chorizo y morcilla, ambas de estilo asturiano por el fuerte sabor que tenían.

El segundo vuelco del cocido

Nos ha costado trabajo terminar con el total de todos los ingredientes de este estupendo cocido, pero como siempre, hacemos hueco para probar uno de los postres caseros que nos ofrecen, y nos decidimos, como casi siempre, por una tarta de queso cremosa con toque de azul, un postre muy interesante, con una suave masa de queso en el que en algunas cucharadas se notaba ese pequeño toque de queso azul que no enmascarada para nada la suavidad del postre.

Tarta de queso con toque azul

De la señalización de los aseos, poco que decir, ya que en el que estaba más cerca de nuestra mesa no tenía señal, aunque era el destinado a que lo utilizasen las personas minusválidas y para el cambio del pañal de los bebés. Seguro que había otros aseos en otra parte del local que nosotros no vimos, por lo que nos quedamos sin saber como era su señalización.