lunes, 23 de septiembre de 2024

CAN PUNYETES: "Taverna" catalana y pan tomaca

CAN PUNYETES, a 21 de septiembre de 2024 en la calle San Agustín n.º 9 de Madrid, en al barrio de Las Letras, muy cerca del Congreso de los Diputados, distrito de Las Cortes.

San Agustín de Hipona fue en teólogo y filósofo cristiano, que fue obispo de Hipona, ciudad situada en el norte de África y que vivió entre el año 354 y el 430 d.d.C. En el año 1295 fue proclamado doctor de la Iglesia por el Papa Bonifacio VIII, por su contribución a los dogmas de la doctrina católica.

El nombre de punyetes se refiere a las “puñetas” o lo que es lo mismo, a las alcachofas típicas de Sant Pere, que imagino se referirá al pueblo de Sant Pere de Ribas, situado en la comarca del Garraf, hacia el noroeste de Sitges; can hace mención a la “casa”.

Can Punyetes nace de la ilusión de tres amigos que viven en Barcelona por la restauración de calidad, la buena materia prima y por la cocina a la brasa. Por ello, junto con los platos típicos catalanes, se pueden degustar productos de temporada cocinadas en esas brasas que ellos reivindican.


En Can Punyetes podemos encontrar la famosa escalivada, con su pimiento, su cebolla y su berenjena, o la ensalada xató, con escarola y bacalao; las espinacas a la catalana con piñones y pasas, los calçots (que es una variedad de cebolla tierna) con salsa romesco cuando es la temporada, que suele ser por febrero o butifarra catalana. Por supuesto no puede faltar la crema catalana entre sus postres. O los vinos del Penedés, además de sus cavas.

En Can Punyetes nos encontramos con un local pequeño, en el que se nota y se huele el humo de las brasas; está dividido en dos sectores con paredes unas con azulejos granate y otras con ladrillo a la vista. Las mesas tienen su base de mármol blanco y las sillas son las que podríamos encontrar en la casa de nuestras abuelas. En definitiva, estamos en una taberna, aunque aquí escriben "taverna", en la que se sirve comida y bebida.


Esta vez no nos invitan a pedir un aperitivo tipo coca-cola o vermut, así que nos dirigimos directamente a la carta y ver las especialidades catalanas, decidiendo desde el principio descartar el xató porque no nos apetece comer escarola, esa especie de lechuga de ojas rizadas y de sabor un tanto amargo.

Interior de Can Punyetes

Para beber mientras comemos nos hemos pedido una sangría de vino, porque aunque también sirven sangría de cava, hemos preferido dejar a un lado las burbujas. Una sangría fresquita servida en jarra de barro.

Jarra de sangría

Nos decantamos por probar, así para abrir boca, las tostas porque nos apetece probar lo que sea más típico de Cataluña, o que lleve su nombre para denominar el plato. Así que nos decidimos por una tosta catalana, que lleva sus buenas lonchas de butifarra blanca sobre un pan payés en el que se le ha untado bien de tomaca y en el que se aprecia un reguero de un buen aceite de color verde. Esta butifarra blanca que acompaña a la tosta es un tipo de embutido, de carne de cerdo cocinado.

Tosta catalana con butifarra blanca

Y una tosta payés con jamón ibérico, que lleva sus buenas lonchas de jamón bajo una tortilla francesa y sobre su pan payés también bien untado de tomaca con aceite. Ambas muy ricas, aunque la mezcla de jamón, tomate y tortilla es especial.

Tosta payés con jamón ibérico y tortilla

A continuación hemos pedido unos champiñones a la brasa acompañados de salsa ali oli y salsa romesco, esa salsa elaborada a base de tomates y los ajos asados en el horno, además de pan, almendras y avellanas, sobre todo. Sobre el plato aparecen seis grandes champiñones sobre los que hemos notado las brasas, aunque según los metes en la boca parecían estar algo crudos, pero han resultado muy apetitosos y el aderezo de las salsas una muy buena combinación.

Champiñones a la brasa

En un restaurante o “taverna” (con uve, como lo han escrito aquí) catalana no puede faltar la degustación de las famosas butifarras, por lo que en un plato grande nos sirven cuatro clases de butifarra además de una patata asada y otro pan payés untado de tomaca. La butifarra catalana es una salchicha gruesa elaborada con la carne del cerdo y con aderezo de especias y pimienta negra o blanca; se puede presentar cruda, que tiene que ser cocinada o ya cocinada, presentada como un fiambre.

En este surtido de butifarras destaca la de color negro, que tiene un sabor muy intenso, porque entre sus componentes encontramos grasa y sangre del cerdo. De las otras tres butifarras blancas, encontramos que la más gruesa ha resultado la más apetitosa por ser la más jugosa, ya que las otras tenían la carne algo apelmazada.

El problema que tiene la degustación de este plato es que hemos empezado probando la butifarra que más nos ha gustado, con lo que las restantes nos han resultado más secas y antipáticas. Deberíamos haber empezado por la más fina y la negra para terminar con la más gruesa, que ha sido la que nos ha resultado más agradable al paladar. La patata cocida en su punto y el pan tomaca, delicioso.

Surtido de butifarras, patata y pan tomaca

Para terminar, hemos preguntado por los postres que ofrecen de elaboración casera, como siempre, y no podemos dejar de probar la crema catalana, que estaba muy cremosa y deliciosa y una tarta de castañas, servida algo templada que ha resultado ser una especie de bizcocho en el que se notaban trozos de los que se supone son las castañas, y por encima, una capa de chocolate. Un postre muy interesante.

Tarta de castañas y crema catalana

No nos olvidamos de la señalización de los aseos que en Can Punyetes ha resultado muy elegante para una taberna con mobiliario y decoración tan a la antigua.