RESTAURANTE JOSÉ
MARÍA, a 11 de febrero de 2.023 en la calle Cronista Lecea n.º 11
de Segovia. Supongo que este cronista Lecea se refiere a Carlos de
Lecea y García, nacido en 1.835 en Segovia, quien fue abogado,
historiador y político; presidió la Junta Católico Monárquica de
Segovia y dirigió el periódico carlista El amigo verdadero del
pueblo; fue diputado a Cortes por el partido Conservador y fue
condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica en 1.901.
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Logotipo del restaurante en la en la entrada |
Este restaurante segoviano
viene avalado por la fama de ser uno de los que sirven la típica
comida segoviana, ya se sabe, asados, incluyendo toques más
innovadores en algunos de sus platos.
Abierto desde 1.982, José
María goza de la excelencia en la preparación de los asados, y en
especial en el cochinillo, por eso, desde 2.018 tienen su
propia granja de cría de cochinillos, “Agrocorte gourmet”, lugar
en el que las madres comen de forma natural y los cochinillos sólo
se alimentan de leche materna. Los animales tienen la Denominación
Marca de Garantía “Cochinillo de Segovia”, lo que invita a
pensar en la buena calidad del producto.
Nos encontramos con un
restaurante de dos plantas y a nosotros nos ubican en la planta baja,
lugar acogedor con travesaños de madera en el techo, con paredes de
piedra y ladrillo y decorado con cerámicas, fotos y trofeos.
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Interior del restaurante José María |
Mientras miramos la carta nos
sirven un vermut rojo y una coca cola, para ir abriendo boca,
mientras miramos lo que nos ofrece la carta en el día de hoy.
Mientras leemos y nos decidimos, nos sirven de aperitivo un paté de
cochinillo y confitura de zanahoria, que, untado en el pan ambos elementos, ha
resultado una combinación muy agradable.
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Paté de cochinillo |
Como estamos en invierno y en
Segovia se nota la cercanía de esa sierra nevada que hemos
atravesado, pedimos de primero un caldo de pernil ibérico con
pechuga de gallina, tosta de pan candeal y yema de huevo de
codorniz. El camarero nos pone sobre la mesa un plato hondo en el
que vemos cuatro pequeñas rebanadas de pan candeal tostadas y la
yema del huevo de codorniz cocida, además de trocitos de jamón y lo
que supongo es la pechuga de la gallina, para, a continuación,
verter el caldo sobre el plato que traen en una jarra. Caliente, en
su punto, sin saber mucho a gallina ni a cerdo, y un plato ideal como primero, para entonarse y entrar en
calor.
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Caldo de pernil ibérico y tostas |
Como nos gusta probar un poco
de todo, nos atrevemos con un entrante a compartir de una selección
de setas silvestres y otras cultivadas, con foie y yema de huevo. En
una sartén creemos identificar lo que nos parecen shiitakes y trompetas de la
muerte, además de boletus, junto con trocitos de jamón a algo de foie,
perfectamente cocinadas, que el camarero revuelve con una yema de
huevo de gallina, lo que le ha dado al plato más jugosidad.
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Sartén de setas, foie y huevo |
Continuamos con el plato
estrella de la casa y a lo que hemos venido hasta Segovia capital, a degustar la ración de
cochinillo asado correspondiente. En un principio nos muestran en una
bandeja un cochinillo asado entero, diciendo que ese es el que nos
van a servir, para, a continuación, aparecer el dueño del
restaurante, José María, para trocearlo con un plato (como hemos visto hacer tantas veces en la tele) y después
pasar mesa por mesa saludando a los comensales y preguntar que qué
tal está resultando la experiencia. En verdad que es un detalle de
agradecer el interés del dueño del restaurante por preguntar e intentar
agradar a los comensales.
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Tarjeta de presentación del restaurante |
El resultado no decepciona: sobre el plato un
cuarto de cochinillo tierno, en su punto de asado y con una piel
perfectamente entera y crujiente y algo de caldo. Aunque tal vez haya resultado demasiado
sabroso.
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Ración de cochinillo asado |
Vamos con los postres, que ya
se sabe no pueden faltar en esta experiencia culinaria. Y como muchas
veces nos pasa, nos decidimos por un tiramisú, servido en una
especie de cestita de rejilla de chocolate, para darle forma al dulce, con bolitas de tofe y helado de café, además de una hoja de caramelo. El otro postre, como no puede ser de otro
modo, una tarta de quesos castellanos con helado de fresa, tarta con
bastante sabor a queso y un helado de fresa rico-rico. Ambos postres
adornados con biruta de galleta y arándanos.
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Tiramisú |
Y la señalización de los aseos, esa curiosidad mensual que nos gusta que nos sorprenda, en este restaurante ha sido original y a la vez, clásica.
Terminada la comida nos hemos dado un buen paseo por la ciudad, ciudad limpia y señorial, en la que destacan casas solariegas y sobran colillas de cigarro en el suelo, en la que no hemos dejado de admirar la bonita plaza Mayor y su catedral adyacente, el magnífico y bien conservado alcázar, y por supuesto, el acueducto, obra emblemática del tiempo de los romanos, aunque figure entre sus arcos una virgen que data de 1.520 y que no se sabe exactamente a quien está dedicada, si a la del Rosario, a la de la Cabeza o a la del Consuelo.
En definitiva, un bonito día, una comida estupenda y un paseo encantador.
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La catedral de Segovia |
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El alcázar |
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El acueducto
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