domingo, 28 de agosto de 2022

ATOCHA TANDOORI: Cocina casera y mucha amabilidad

 ATOCHA TANDOORI,  a 27 de agosto de  2022,  en  el  paseo de  Santa  María  de  la Cabeza n.º 27 de Madrid.

El motivo por el que este mes de agosto se haya escogido este restaurante de gastronomía india, es que está situado en la trayectoria que sigue el autobús número 6 de la EMT, ese que va desde la plaza de Benavente a Orcasitas; es uno de esos sitios que viaje tras viaje siempre se me ocurre que sería un sitio muy interesante para visitar y degustar lo que nos ofrezcan. Por fin toca visitarlo, sabiendo, además, que ofrecen el servicio a domicilio.

Entrada y logotipo de Atocha Tandoori

Podemos encontrar samosas, esas empandillas con masa de hojaldre y rellenas de ternera o verduras y aderezadas con las típicas especias indias; platos de tandoori, esa forma de cocina en la India con un horno de barro que puede alcanzar una temperatura de 480 grados, acompañados de esa mezcla de diversas especias del país, comino y pimienta, cúrcuma, canela, nuez moscada, e incluso jengibre; también podemos encontrar pollo y cordero cocinados con curry o gambas guisadas con leche de coco.

Interior de Atocha Tandoori

Cuando llegamos, el local está vacío, pero poco a poco van entrando más comensales. Como hace calor nos pedimos unos refrescos mientras nos traen la carta, esta vez en papel, como a la antigua usanza, por lo que no hay que utilizar el móvil para descargar el código QR, lo que a estas alturas tecnológicas parece asombroso.

El local que tiene dispuestas las mesas junto a la puerta de entrada, con el mostrador en medio de la sala y las cocinas al fondo, incluso dispone de mesas en la calle, para aquellos a los que les apetezca comer fuera. Ambiente discreto, adornado con cuadros con motivos orientales o fotografías del país y en donde se impone el color rojo o granate en paredes, manteles y servilletas.

Otra parte del interior de Atocha Tandoori

Mientras decidimos qué pedir, nos sirven una especie de oblea de pan acompañado de una degustación de salsas de tres colores: la blanca, elaborada con yogur, pepino y pimiento, muy fresca; la verde, a base de chili verde, yogur y hierbabuena, ligeramente picante; y la roja, con mango seco, ajo y especias de la India. Mojamos la oblea de pan en las salsas para catarlas y comprobar la gran diferencia de sabores entre ellas. Me inclino por la roja, por el intenso y original sabor que le da el mango, sin despreciar la salsa de yogur y pepino tan refrescante.

Las salsas de mango, pepino y chili

Oblea de pan para mojar las salsas

Una de las ideas que tengo de la gastronomía india, tal vez equivocada, es que es bastante picante. Tras consultar la carta, le comentamos al camarero sobre nuestros gustos y las posibles opciones con poco picante; nos decidimos por iniciar nuestra cata con unas samosas de carne de ternera, esas empanadillas triangulares hechas de masa hojaldrada que envuelven una deliciosa carne de ternera y guisantes, aderezada con cilantro y especias indias. Muy recomendables.

Samosas de ternera

Una de las bases de la comida india son las legumbres, por eso, por recomendación del camarero, nos atrevemos con un Daal Tarka, o curry de lentejas rojas guisadas con ajo y cilantro. En un cuenco, dos raciones de lentejas guisadas, algo sosas y nada de picante. Dal o daal se refiere a las legumbres secas de la India y servidas con una textura muy cremosa. Un plato servido tibio muy aceptable en este día caluroso.

Daal Tarka o curry de lentejas 

Seguimos con un Lamb Bhuna o cordero cocinado con cebolla fresca y salsa de cebolla. En otro cuenco, pedazos de tierno cordero con una salsa suave, que podría contener crema de tomate, por el color rojo con el que se presenta en la mesa.

El Daal Tarka y el Lamb Bhuna viene acompañado de una fuente de arroz con comino y especias de la India, típico del país; se trata de una fuente de un aromático arroz basmati  aderezado con distintas especias, como pimienta, canela o clavos, además de cominos; llama la atención esos pequeños tallos de color rojo y amarillo que el camarero ha llamado “flor de yoba” (o algo parecido), que son los pétalos de la flor, que le han dado al plato un toque de color y que nos ha servido para mezclar el plato de lentejas y el del cordero con este arroz tan oloroso y que ha resultado delicioso. Para mi gusto, mejor la mezcla del plato de cordero con el arroz y comentar que el plato de arroz no sabía tanto a comino con relación a la cantidad que dicha semilla aparece en la fuente.

Arroz con comino y pan de pita o naan

No podía faltar en la mesa un pan de pita, o naan, con cilantro, templado y muy suave al paladar, que nos ha servido para acompañar, empujar y empapar tanto la carne como las salsas o el arroz.

Queda sitio para el postre, así que, le preguntamos otra vez al camarero que qué nos recomienda, y nos propone degustar un Soan Papdi o postre para niños, que lo forman unos hilos de caramelo, almendra, harina de garbanzos, pistachos y cardamomo al que le han dado una forma de cubo; un postre muy original, dulce, intenso, y que parecía una bala de paja minúscula que se deshace en las manos en cuanto la tocas. Y la tarta de zanahoria, con la textura de un bizcocho borracho, muy jugosa, elaborada con mucha zanahoria, que le ha dado ese agradable sabor dulce, nada empalagoso y cubierto con una fina capa de coco rallado. Deliciosa.

La tarta de zanahoria y el Soan Papdi

Muy amable, el camarero nos ofrece un chupito por cuenta de la casa, al mismo tiempo que pedimos la cuenta. Así que, aceptamos una copita de licor de manzana sin alcohol; junto con la cuenta, en la misma bandeja, nos ofrecen un combinado de hierbas y especias digestivas, a base de canela, jengibre, anís y cardamomo. Probamos un poco del combinado, aunque se hace difícil comer alguno de los componentes.

Especias digestivas

Como el camarero nos ve que estamos muy interesados en la gastronomía del lugar, ya que preguntamos por ingredientes y tipos de cocción, nos ha empezado a contar un poco su vida, y para nuestra sorpresa, nos comenta que es de Bangladesh, que tiene una abuela con 115 años y que desde la independencia de Pakistán hace 52 años, su país es más próspero, porque el fruto de todo lo que fabrican y producen se queda allí, en su país, y el dinero no sale rumbo a Pakistán o Reino Unido.

Nuestro atento camarero nos cuenta que no quiere volver a Bangladesh y que en el restaurante trabajan pakistaníes, indios, bangladesíes y ecuatorianos.

Y todavía nos queda tiempo para una última invitación de este sorprendente y agradable restaurante, el té de la abuela de nuestro amable camarero, té al que según la receta de la abuela, se le añade limón, cardamomo, clavo y jengibre. Contundente y con un ligero sabor salado.

Los aseos, al fondo a la derecha, como en muchos locales, y la señalización, discreta, demasiado vista, poco original y un poco dejada.






Como resumen de la experiencia de agosto, un restaurante muy recomendable, con comida casera en el que hay que destacar la amabilidad de los camareros, las samosas y la tarta de zanahoria.