STO GLOBO SUSHI ROOM, a 14 de mayo de 2.022 en la calle Santa Teresa n.º 8 de Madrid, por la zona de Alonso Martínez y barrio de Justicia.
Toca comida japonesa, que hace tiempo que no degustamos esta delicia. Su página web indica que nos encontramos ante un restaurante distinto a todo lo que hayas podido probar antes. Materias primas de primerísima calidad, atún rojo, carne de wagyu, y aderezado con el toque personal del chef.
El wagyu es una especie bovina del Japón, cuya carne es muy apreciada por su textura, jugosidad y sabor, y utilizada en cocinas gourmet.
Logotipo de Sto globo
Local bastante pequeño en el
que destaca esa decoración algo rústica de ladrillo a la vista y
azulejos de color piedra en una parte, y en otra, papel con rosas de
colores y fondo negro. Muy acogedor. Otro detalle que llama la
atención es esa mesa situada como a un metro del suelo, que nos han
ofrecido al llegar y hemos rechazado por parecer algo incómoda, y
que debajo deben de haber aprovechado para dedicarlo a almacén.
Curioso.
Interior de Sto Globo con la mesa en alto a la izquierda
Mesas de madera, servilletas
de papel, platos decorados, los palillos de madera que no pueden faltar en un restaurante japonés y el platito para
dejarlos descansar entre bocado y bocado.
Platos y palillos
Pedimos unas cervezas
japonesas, que vienen acompañadas de unos edemames de color verde
brillante (vainas de soja inmaduras) pasados por la plancha un
momento, servidos templados y muy sabrosos, mientras miramos la carta en el código QR. Me
llama la atención que los dos camareros que sirven en las mesas sean
españoles. Al poco sale una persona de la cocina y compruebo que
tampoco tiene rasgos asiáticos. Todo muy sorprendente.
Edemames
Nos decidimos por pedir platos
para compartir y empezamos por unas gyozas de pato, que son esa
especie de empanadillas de masa muy fina ligeramente cocida y luego
pasada por la plancha, acompañadas de una mahonesa de kimchi ligeramente picante,
elaborada con col y jengibre. Se presentan sobre una hoja de bambú y sobre ellas, un nido de alfalfa.
Gyozas de pato
También nos decidimos por las
gyozas de langostinos y col china, acompañadas de escamas de bonito,
esas delicadas láminas de lo que suponemos es bonito que le da al
plato un toque especial. viene acompañada de la hoja de bambú y aderezado con vinagre de arroz. Espectaculares ambos platos.
Gyozas de langostinos
Seguimos con otro plato a
compartir, un pan bao (pan al vapor que tiene una forma de lengua,
que se dobla sobre sí mismo) relleno de daditos de atún rojo
cocinado en salsa de soja, azúcar y sake (en teriyaki), coronado con
un huevo de codorniz y unas tiras de cebolla morada encurtida. Ese
pan bao tan suave delicado junto con el atún rojo supone una delicia para
el paladar.
Pan bao con atún rojo en teriyaki
Otro plato impresionante a compartir ha
sido el Rollo Sto Globo cocinado en la mesa. El camarero nos pone
sobre la mesa una fuente con algo envuelto en papel albal sobre una
capa de sal gorda; lleva algo de alcohol, lo flambea con una pistola
hasta que se consume la llama. Al abrirlo, nos encontramos con una
especie de makis de salmón natural con aguacate bajo unas tiras de
salmón ahumado templado por el calor y bañado con salsa kabayaki,
elaborada a base de soja baja en sal, agua, vino de arroz y azúcar,
sobre todo. Y con semillas de sésamo dando ese toque especial. Espectacular.
Rollo Sto Globo flambeado Rollo Sto Globo de salmón
Por último, teppanyaki de
pato, con foie y shitake con salsa de sésamo y jengibre. Sobre el
plato, finas lonchas de pato ligeramente templado aderezado con
daditos de foie y setas chinas muy pequeñas o shitakes. Suave y tierno; para repetir.
Teppanyaki de pato
Como siempre, tenemos que
dejar hueco para el postre, y en el día de hoy, por recomendación
del camarero nos decidimos por una tarta cremosa de queso casera; y tan cremosa, que por dentro casi parece una natilla; viene acompañada de
un helado que parecía de galleta. Una tarta sublime.
Tarta cremosa de queso casera
Y un ganache de chocolate
blanco, crumble de te matcha, frutas liofilizadas y helado de lichi;
sobre el plato una pequeña montaña de chocolate blanco y sobre ella el te en
polvo que le da ese color verde tan bonito al postre y aderezado con
trocitos diminutos de frutas a las que se le ha quitado todo el agua,
y que con su color rojo y naranja (parece fresa y mango) le siguen
dando un toque de color muy especial a este postre que ha resultado
un tanto empalagoso.
Mochis de mango y ganache de chocolate blanco
Y como antojo final, unos
mochis de mango. El mochi es un postre japonés hecho de arroz
glutinoso, que le da una textura gomosa, y en este caso, rellenos de
crema de mango. Diferente y divertido.
Como casi siempre, y para terminar, esa señalización de los aseos, que en el día de hoy han resultado simplemente correctos, tal vez reiterativos, sin nada más que añadir.