CASA LOBO, a 8 de Agosto de
2020 en la calle Torrecilla del Puerto n.º 5, zona de Arturo Soria,
ese urbanista al que debemos la idea de una ciudad lineal, ciudad de
chalets y arbolado y bien conectadas a través del tranvía, medio de
locomoción de la época.
Estamos en agosto y toca
buscar un sitio con terracita donde poder comer al aire libre y
disfrutando de la sombra, aunque hay veces en que se está mejor
dentro de los locales con en aire acondicionado que en la calle,
aunque sea en la sombra. Y hoy hemos tenido suerte, porque aunque
hace calor, está un poco nublado y hemos podido disfrutar de nuestra
comida al aire libre.
 |
Logotipo de Casa Lobo a contraluz |
Mesa con manteles
individuales, cubiertos medio empaquetados con la servilleta, platos
dados la vuelta y camareros con mascarilla y muy atentos. Como
siempre, cervecita y vermut, para empezar a hablar, y como aperitivo,
olivas.
Así de primeras, nos
encontramos con una carta escasa de platos; encontramos raviolis,
croquetas, hamburguesas de wagyu, tempura de verduras... Y para abrir
boca nos hemos decantado por un plato de pulpo con panceta porque
sonaba rara la combinación de ambos elementos, y ha resultado un
éxito total, porque el pulpo estaba en su punto, ni estaba duro ni
baboso, como en otros restaurantes, acompañado de trozos de panceta
caramelizada, igualmente blandos y en su punto. Plato adornado con
cebollino picado y con una deliciosa salsa que podría ser una
delicada y suave mahonesa.
 |
Chipirones con panceta |
Y de segundo, hemos dudado
unos instantes entre pedir cocochas de bacalao o chipirones a la
brasa. El camarero nos comenta que los chipirones, al estar cocinados
a la brasa, son más sanos, así que pedimos chipirones con salsa
romesco de miel y mahonesa ahumada. Un plato con una presentación
muy divertida, con un centro de algas verdes y sobre ellos, las
patitas de los chipirones fritos y alrededor, ocho piezas de
chipirones formando una especie de estrella y bajo ellos, salsa
romesco bajo unos (salsa típica de la cocina catalana a base de
tomates, almendras, avellanas, pan y ajos), y bajo los otros, la
mahonesa ahumada (a la que tal vez se le echo algo de bacon para
darle el toque ahumado). Y otra vez, adornado con cebollino. En un
primer momento, hemos probado un chipirón sin salsa y ha resultado
un tanto soso, pero obviamente, el plato se tiene que tomar mezclando
el chipirón con algas y alguna de las salsas, y ha resultado una
combinación sabrosa e interesante.
 |
Chipirones en salsa romesco |
Y un steak tartar de solomillo
“al momento”, carne cruda mezclada con cebolla y pepinillo y un
ligero toque picante, y bajo la carne, una sabrosa salsa anaranjada.
Y como compañía de la carne, unas delicadas y finas obleas
rectangulares con las que tomar la carne a modo de pan tostado sobre
el que poner el steak tartar.
 |
El steak tartar con obleas |
Queda sitio para el postre,
preguntamos si alguno de ellos es casero, y nos decantamos por la
siempre socorrida cremosa tarta de queso con helado de mascarpone,
servida en copa, con canutillo y con frutos rojos. Y una torrija
caramelizada “al momento” con helado de violetas. Es un poco
atrevido llamar torrija a lo que nos encontramos: sobre el plato un
pedazo de lo que podía ser pan de brioche recubierto de caramelo
endurecido, caramelo que se ha debido de hacer "al momento", y que ni está empapado en leche, ni está frito. Le
acompaña una salsa ligeramente ácida que podría ser de yogur y que
le daba cierta jugosidad y trocitos de pistacho. Y al lado, un
delicioso y vistoso helado de violeta y sobre ellos, el canutillo.
 |
La tarta de queso |
 |
La torrija caramelizada |
En cuanto a la señalización de los aseos, comentar que es un diseño que ya hemos visto en otros locales: discreto y claro.
