viernes, 21 de diciembre de 2018

ENTRE SUSPIRO Y SUSPIRO: Sí, nos atrevimos.


ENTRE SUSPIRO Y SUSPIRO, a 8 de diciembre de 2018, en la calle de Los Caños del Peral nº 3, calle que sale de la misma plaza de Ópera. La zona nos evoca muchos recuerdos de juventud: cines, teatros, paseos cuando no había ni trabajo ni dinero, familia, campamentos, ...
Comida mexicana (o hay que decir mejicana), pero, ¿no habíamos dicho que no nos gustaba el picante? Veremos que nos depara la experiencia.

Decoración del local
Y lo más impactante de la experiencia del día han sido dos cosas: que la comida no picaba y la decoración del local, que no sé cómo definir: ¿extravagante para el gusto occidental? Muy colorista, con imágenes que recuerdan el México del culto a la muerte, con homenaje al tequila por todas partes... Muchas emociones en un espacio tan reducido. Me ha gustado, muy original. Y sí, escrito con x y no con j.

Pasamos a la carta, toda ella llena de tacos de distintos tipos, ceviches, quesadillas, ensaladas. Y la sorpresa, es la primera vez que encontramos en la carta bichos, entendiendo por bichos, animales vertebrados o invertebrados que no verías en un restaurante español; hablo de saltamontes, gusanos y huevas de hormiga. Sorprendente. Y la pregunta es, ¿nos atreveremos con ello?.
Taco de guacamole y cebolla morada

Y como siempre, nos preguntan si queremos algo de beber antes de pedir, y como no nos decidimos, nos traen la carta y un aperitivo que consiste en una tortita de maíz del tamaño de una galleta pequeña, con guacamole (especie de crema de aguacate con cebolla, lima y cilantro) y cebolla morada. Primaba el sabor del maíz de la tortita sobre el guacamole, pero aun así, estaba muy rica.
Margarita de maracuyá
Y de paso nos explican que fuera de carta ha preparado el cocinero tartar de atún y langostinos fritos. Y como nos gusta pedir las recomendaciones del chef, es lo que pedimos, y de paso aprovechamos para pedir un margarita de maracuyá y otro de guayaba, de colores rosado y naranja, ambos con una pizca de tequila, el reborde de la copa con sal y fresquito. Aunque no somos de bebidas muy fuertes, han entrado muy bien.

Los langostinos con recomendación
Lo primero que nos sirven en unas cazuelitas individuales son los langostinos rebozados, con un toque muy leve de curry mexicano, cilantro y cebollino, y una salsita verde que podría tener como ingrediente principal el aguacate. Deliciosa la combinación de sabores.

El tartar de atún

Le ha seguido el tartar de atún sobre cama de guacamole, con hierbabuena y salsa de naranja. Se ven también rastros de semillas de sésamo entre el atún, y lo corona un tomate cherry. Le acompañan unos nachos fritos, caseros (que no tienen nada que ver con los que se compran en el super y en bolsa), sobre los que hemos puesto el tartar y ha resultado una combinación de lo más sugerente.

Hasta estos momentos no creemos estar en un mexicano, o por lo menos no creíamos que la comida mexicana fuese así, que no picase y que todo fuesen tacos, como si en todo México no existiese otra cosa. Lo que son los prejuicios y la ignorancia, que es muy atrevida.

Y de los segundos platos, pues sí, tacos de distintos componentes, de carne, pescado y ...¿nos atrevemos?

Taco de cochinita pibil
Taco de cochinita pibil, de cerdo a base de axiote (que es un colorante que le da a la comida un color rojizo) y zumo de naranja con cebolla morada. Esa mezcla sobre un taco de unos 10 centímetros de diámetro, al que hemos enrollado y comido con las manos.

Taco de pulpo pastor

Taco de pulpo pastor con pulpo macerado en adobo de chiles suave con cilantro y cebolla. Se sirve con trocitos de piña y creo ver algo de axiote.

Panuchos de escamoles
Y el último, panuchos de escamoles o tacos de huevas de hormiga cocinados en mantequilla negra sobre una base de maíz. Nos presentan un taco verde, se entiende que la base además de maíz será de aguacate, con guacamole y los escamoles. Y he de decir que los escamoles no saben a nada; parece un plato hecho para llamar la atención del comensal occidental, pero con poca enjundia. Todo el sabor se lo llevaba el guacamole. Y sí, nos atrevimos, que para eso estamos jugando con los cubiertos.

Los postres: escogimos para la ocasión pastel salvaje con nueces, dulce de leche y pasas: parece un flan alargado o pudin, del color del dulce de leche, coronado con un trozo de kiwi y otro de naranja, acompañado de nata. Empalagoso.

Pastel rosa mexicano
Helado de chocolate y menta
Helado de chocolate, con menta y nueces, con ese toque fresco que le da la menta, y un resultado muy apetecible. Y pastel rosa mexicano, o bizcocho de chocolate con chile de árbol, o bizcocho de chocolate, templado y jugoso, acompañado de un pétalo de rosa. De este último, nos dice la camarera que tiene un toque picante para compensar el que resulte empalagoso. Pero ni una cosa ni otra, ni pica ni resulta empalagoso.




¿Y los baños? Pues me han parecido de lo más ocurrente: un campesino y una campesina en plena tarea de recolección. Muy original y una pequeña obra de arte en comparación con la insulsez de otros.



domingo, 11 de noviembre de 2018

LA MADREÑA: Un cachopo suspenso y una sopa notable.


LA MADREÑA, a 10 de Noviembre de 2018, en la calle Bronce nº 4, la zona nueva de Arganzuela cerca de Legazpi, mucha casa nueva, mucha urbanización cerrada; tiendas de conocidas marcas, pero impersonal, sin vida y sin alma.

Auténtica cocina asturiana, recetas tradicionales y excelentes materias primas, así se anuncian en su página. A destacar la fabada (que en otoño entra muy bien) y diez clases diferentes de cachopos.

Sobre la mesa
Tengo que contar que la primera vez que escuché el nombre de cachopo, fue en una comida familiar hará unos 7 años, en un restaurante de Fuenlabrada. Hasta ese día, yo no sabía lo que era ese pedazo de carne, y eso que he pasado muchos veranos en Gijón, en los que sí se comía fabada. Pero a partir de ese día lo he oído en numerosas ocasiones, y este mes ha sido el elegido para probarlo en uno de los restaurante de Madrid con cierto renombre.

La Madreña es un restaurante con unas 15 mesas, con su mantel y servilletas de tela, con una de las paredes de piedra, otra es un gran ventanal y otra una gran cristalera; iluminación suficiente. Madreñas por aquí (¿también llamadas zuecos?), y ruedas por allá.

El queso azul en monodosis
Lo primero, como siempre es preguntarnos si queremos algo de beber antes de pedir, a lo que decimos que sí (vermut y mosto en el día de hoy) y nos lo acompañan con un aperitivo que resultan ser unos mini bricks de queso azul, de tacto muy cremoso y sabor muy delicado (si se puede decir que el queso azul tiene un sabor delicado), para untar en unas mini tostas. Original.


Las fabes con perdiz y el pan de centeno
La sopa de marisco en cazuela
En todas las comidas de Jugando con los Cubiertos, intentamos pedir unos entrantes a compartir entre los comensales, pero esta vez nos hemos decantado por pedir cada uno un plato de cuchara de primero, difícil de compartir y degustar dos de los diez cachopos de segundo. Y nos decidimos por una sopa de marisco y unas fabes con perdiz, ambas servidas en unas cazuelitas con su cazo para que cada uno se vaya poniendo en el plato lo que desee. 

La sopa de marisco llevaba sus langostinos, su sepia y sus almejas, sin fideos ni arroz (no lo necesitaba ya que solo el caldo era bastantes espesito) y estupendo de sabor. En cuanto a las fabes con perdiz, han resultado de un sabor un tanto corto, aunque muy tiernas. 

Los raviolis con perdiz y trufa
Detalle del ravioli
Y dejo para el final de los primeros unos raviolis con perdiz y trufa, en realidad cuatro raviolis del tamaño de dos cajas de cerillas pequeñas, sugerencia del chef, (que no parece que sea un plato asturiano típico), con crema de nata, pimienta y con muchas muescas de trufa, que le da a la salsa ese sabor tan especial y característico. Y de adorno un coqueto tomate cherry. Sabroso y de mojar pan.

Vamos con los segundos: cachopo de ternera rosada con cecina y queso la peral y cachopo de ternera rosada con jamón y queso trufado. Empezamos por el cachopo con cecina porque es el primero que sirven. El cachopo es un filete de ternera con dos cortes y rellenos de jamón y queso, generalmente. 

El cachopo de cecina y queso la peral
Pero en La Madreña lo sirven en una especie de rollo y cortado en cuatro pedazos del tamaño de unos siete centímetros. Pero el rey de La Madreña, el cachopo, ha resultado un pedazo de carne duro, con nervios y frío; sí que se notaba el sabor de la cecina y el queso, pero la dureza de la carne se llevaba todo el protagonismo. Y qué decir de las patatas, se notaba que llevaban un tiempo fritas, estaban revenidas y no muy calientes.
Cachopo de queso trufado y guarnición

El cachopo de queso trufado no estaba tan duro ni frío, pero la decepción flotaba entre platos y vasos. Estuvimos un rato mirándonos intentando justificar el pase y el dinero invertido.

Como estamos en un restaurante asturiano decidimos regar los sabores con una sidrita de la zona. Estaba dulce, suave y fresquita, con un tapón especial para escanciar. Correcta.

La estupendísima tarta de queso
Las filloas de crema a la naranja
Y pasamos a los postres con cierto resquemor, pero como siempre, preferimos arriesgar y pedimos flan con nata, tarta de queso de la abuela y filloas de crema a la naranja. Pero el camarero, muy en su papel, nos dice que es mucho y decide por su cuenta que no nos va a servir el flan (¿cómo podemos interpretar ese detalle?). Resultó mejor así, porque con una tarta de queso estupendísima de sabor, más alta que las tradicionales y con la mermelada a parte, y unas filloas de crema pastelera con poco sabor a naranja, tuvimos bastante.

Servicio esmerado y atento; ante nuestras preguntas sobre ingredientes o modos de presentación, no han dudado en preguntar en cocina.

El final; la señalización de los baños resultan unas figuritas decapitadas, en las que se distingue perfectamente un vestido para el aseo de señoras, creo. El resto puede resultar obvio, pero me pregunto, ¿las personas que no usan ni falda ni vestido tienen que entrar en el aseo que se entiende es de caballeros?.

Como resumen de la jornada, decir que hemos tenido experiencias mejores, y por varios motivos, resultó decepcionante y para olvidar.

domingo, 14 de octubre de 2018

LOBSTERIE: Protagonista, señora bogavante.



LOBSTERIE a 13 octubre de 2018, en la calle Gravina 17, zona de Chueca, con el encanto que tienen todas estas calles, gente guapa y a la última moda.
Los cubiertos, las tenazas y el plato cuqui

Ya su página de internet nos habla de un local muy americano con raíces francesas y producto gallego; entiendo que el bogavante proviene de las rías gallegas y que las recetas tienen una base francesa y americana.

Y aquí nos encontramos; dejamos de lado la comodidad de los restaurantes tradicionales y nos adentramos en un bar, con su barra nada más entrar a la izquierda en la que servir cócteles y tapas, y con unas 5 ó 6 mesas altas, con taburetes altos. Incómodo para una comida que puede durar una hora y media.

Los vasos de agua no son de cristal
Con relación a la decoración, nada de adornos en las paredes, todo lo que merece la pena destacar del local está en las mesas: platos cuquis, cubiertos con mangos de madera, vasos de agua de metal tipo edad media (tal vez un detalle anacrónico en un sitio tan informal), servilletas de papel reciclado... 

La mesa en la que comemos está compuesta de dos, una redonda poco más grande que la bandeja de un camarero y otra triangular. Y aquí nos acomodamos los tres, en los taburetes altos, intentando conservar el equilibrio para no caernos, pensar qué hacemos con la espalda y que los pies no se nos duerman. Aunque eso sí, lo primero que te dicen es que tienes un gancho donde dejar el bolso (un detalle). Y vamos con lo importante, a conocer al protagonista del mes de octubre.
Las patatas fritas con pimentón

Lo primero, cuando nos sentamos, es preguntarnos si queremos algo de beber, e inmediatamente nos traen de aperitivo unas patatas fritas (de las de bolsa de toda la vida). Como curiosidad, decir que las primeras que probé, las de arriba, las encontré un poco húmedas; estaban salpicadas de pimentón y luego descubrimos que les echaban con un pulverizador vinagre de Jerez, aunque hay que señalar que que no se notaba ese sabor a vinagre.

Las croquetas de bogavante

La carta es especialmente corta, por lo que no cuesta trabajo escoger, y en esta ocasión nos decantamos por unas croquetas de bogavante (¿qué si no?), que aunque tenían una bechamel muy delicada, el sabor a bogavante era discreto. 

El carpaccio de cigala


Y un carpaccio de cigala, cigala cortada en láminas muy finas y servida con una leve mayonesa, rodajitas de naranjas enanas y adornado con huevas negras. Un plato muy fresco y apetecible.



Uno de nosotros peleando con el bicho
Pasamos a la gran protagonista en todo su esplendor, porque pedimos un bogavante asado para dos personas. Sirven una pieza cortada longitudinalmente con una ensalada de col, patatas fritas y mayonesa de bogavante, de la que intuyo una pizca de pimentón (dicen que con langosta es un plato muy americano). Imagino que a los que les gusta el marisco disfrutarán con este plato, y más intentando partir las tenazas del bicho y acceder al interior para atrapar su carne, con las herramientas adecuadas.
Añadir que las patatas fritas estaban en su punto y que la ensalada de col llevada, además, zanahoria, mayonesa, cebolleta, pimentón y lo que yo creo que son semillas de sésamo. Buen acompañamiento.
El lobster roll con su ensalada y patatas
Y la sorpresa: un lobster roll. Se trata de un pan de brioche cuadrado y a la plancha, del tamaño de una rebanada de pan de molde y de ancho unos cinco centímetros, al que se le ha introducido cachitos pequeños de bogavante y una salsa de apio, limón, mayonesa y cebollino. El contraste del dulce del pan de brioche con el bogavante y la salsa delicadamente salada, es intenso y espectacular. Merece la pena probarlo.

Esta vez fuimos bastante comedidos a la hora de pedir, por lo que nos quedaba sitio para los postres, y como sólo nos ofrecieron tres, pues los tres que pedimos. 

Los tres postres caseros: tarta, calabaza confitada y tiramisú
Ante nuestros ojos sacan de la nevera los postres que nos hacen pensar que son postres caseros. Empezamos por la tarta de chocolate flambeada en el propio mostrador; se trata de una tarta de chocolate negro, intensa con un toque de licor que no distinguimos y recreada por el chef en honor al cocinero francés Constance (?). Calabaza confitada con su crema, que, aunque me parece estar hecha de nata y una hierba fresca (podría haber sido hierbabuena), resulta no tener ninguna hierba y estar ahumada con sarmiento (me resulta difícil imaginar cómo se hace algo así). La calabaza siempre me ha resultado un plato soso, y hoy también: le faltaba sabor aunque lo compensaba con la crema, tan fresca
Y la estrella de los postres en el día de hoy: tiramisú, sacado de la nevera en una bandeja que demuestra ser casero, casero. Imprescindible.

Hay que hacer mención especial al servicio de mesa; se alternan dos personas para servirlas y la camarera ha sufrido nuestras preguntas con bastante elegancia. Se ha molestado en ir a preguntar al chef por ingredientes y formas de cocinar los platos. Por eso hemos sabido que casi todos ellos van aderezados con pimentón y cominos (este último ingrediente no lo he saboreado), porque es el toque español que le ha querido dar el cocinero, que es de origen francés, a sus especialidades. Gracias por la paciencia y la atención. 

El protagonista presidiendo el aseo
Los baños. Por primera vez nos encontramos con que en este local los aseos no están señalizados. Hay que preguntar que dónde están y lo que vemos es una puerta blanca, así, sin más. Y ya dentro vemos que es un único aseo, para todo el personal y adaptado a minusválidos, y con una foto a tamaño real del protagonista de esta historia.


En resumen, una nueva forma de comer para nosotros, una nueva experiencia, marisco presentado de forma original y en taburetes. 

domingo, 16 de septiembre de 2018

LAS TORTILLAS DE GABINO ¿Qué me dices de una tortilla guisada con callos?


LASTORTILLAS DE GABINO, a 15 de septiembre de 2018, en la calle Rafael Calvo 20, puro Chamberí, una de las zonas cuquis de Madrid.

El local tiene forma de U, estando la cocina en el centro y en las alas, las mesas. Y aunque la cocina está abierta, desde nuestra mesa no era posible ver el trabajo de los cocineros (¡qué pena!). La decoración del interior es bastante sencilla, paredes pintadas de blanco sobre piedras y nada de cuadros o adornos. La propias lámparas de distintos tamaños, hacen el espacio acogedor. Y al fondo, la vinoteca. Servicio esmerado con camareros jóvenes y muy profesionales.

La entrada a la tortillería

Disponen de una carta no muy extensa, pero la idea era probar las tortillas de Gabino, y compararlas con las propias, de madres, abuelas, bar de la esquina, amig@s y demás, por eso nos decidimos por unos entrantes a compartir que intentan ser originales y que nos apetece probar en este sitio, para luego probar la comida especial de la casa. 



Anchoas de Castro Urdiales y el tomate
Empezamos por unas anchoas de Castro Urdiales en salazón, que aunque estaban muy bien de sabor les sobraban algunas espinas, y eso nos hizo recordar las anchoas de Santoña, anchoas Ana María, que no tenían ni una espina, las enlatan totalmente limpias y firmes en su aceite. Las anchoas vienen acompañadas de un platito de tomate, digamos que espachurrado, para ponerlo sobre pan tostado. Mejor el tomate que la anchoa, dada mi predilección por el buen tomate con sabor a tomate y no a invernadero.


Croqueta de boletus y bocadito de foie
Seguimos con unas croquetas de boletus y un bombón caliente de foie; ambos entrantes se tienen que meter en la boca de una vez (primero uno y luego otro, obviamente), no morder y esperar que se deshaga poco a poco para apreciar todo el sabor. Y vaya si se aprecia, sobre todo en la croqueta de boletus, ¡qué sabor intenso y a la vez delicado a boletus! Por su parte el bocadito de foie tiene un sabor dulce que no terminamos de identificar; supongo que sería la pieza que coronaba el bocadito.



El tuétano es flambeado
El tuétano ya flambeado con el pan
Terminamos los entrantes con un tuétano glaseado. La verdad es que decidimos pedir este plato por tener un nombre muy sonoro, y porque en todos estos años no habíamos probado un plato parecido. Y nos presentan sobre una fuente lisa de madera, un hueso de vacuno partido a la mitad longitudinalmente, acompañado de unas rebanadas de pan un poco tostado (sólo le han dado un toque de calor), con unas hojas de hierbabuena, cilantro (con ese sabor tan peculiar que tiene) y albahaca y unos granitos de lo que han denominado torrezno, con aspecto de pan rallado.


Pan con tuétano, vegetales y migas
Pues bien, con todo ello sobre la mesa, se acerca el camarero con la pistola de fuego y glasea toda la parte de encima durante un minuto, más o menos. Cuando termina, cogemos con una cucharita parte del tuétano y la ponemos sobre el pan, ponemos encima unas hojas de los vegetales y por encima, los granos de torreznos. ¡Capricho de dioses!, ¡que plato tan delicado! Y cuando hemos acabado con el tuétano, rebañamos con la cuchara lo tostado que ha dejado el fuego sobre el hueso, esa costrita tan sabrosa. Todo un invento.

Tortilla con callos y clásica

Pasamos al plato estrella del local, y escogemos La tortilla Velazqueña la clásica que hacía Gabino y la Tortilla guisada con callos. Ambas vienen en una cazuela de barro que el camarero nos sirve en nuestros platos. No es fácil de explicar la sensación que se tiene cuando vas a una tortillería y esperas que te pongan sobre la mesa una tortilla redonda, caliente y firme. Pero lo que nos sirven es una especie de guisado de tortilla, patata frita en su punto y el huevo casi cuajado. Y la pregunta más importante que te hacen en el local: ¿con cebolla o sin cebolla? Los comensales al unísono: Con cebolla, por supuesto. Y según explicaciones del camarero, el 90% de los clientes prefieren la tortilla con cebolla. Puristas de la tortilla, "al loro".

De la primera, la tortilla clásica, como su nombre indica nos encontramos con una especie de guiso de patatas con huevo muy poco cuajado, y por tanto sin forma definida, pero con una sabor excepcional. Y de la segunda, tortilla española con callos, la misma base de patatas y huevo poco cuajado y callos a la madrileña por encima, que por cierto estaban muy tiernos. ¿Que no pega? Vale, lo admito, pero estaba buenísima, aunque eso sí, resultó bastante contundente.

Chipirones a la plancha

Y a uno de nosotros, que había visto la carta previamente, se le antoja los chipirones a la plancha. Nos sirven unos 8 chipironcitos a la plancha, tiernos y jugosos, con hojas de rúcula, con una base de aceite de oliva con una aspecto y un color divino, y pegotes de mahonesa.

Y tenemos que hacer una mención especial al pan, puesto sobre la mesa en un cestito de tela y templado al tacto y en boca.




La torrija con helado de vainilla 
El goloso de chocolate y avellana


Los postres son parte importante del menú, y aunque un poco llenos, tenemos que probar lo más original que encontremos, y por ello pedimos Goloso de chocolate y avellana, servido en un vaso resulta ser una mezcla de helado de chocolate y otras delicias. Una torrija con helado de vainilla, que no es una torrija como la entendemos en Madrid, puesto que no es una rebanada de pan mojado en leche y frita, sino que es un pan mojado en leche y glaseado en la superficie; un poco decepcionante. Y la que me ha resultado más apetecible: Flan “accidental” de queso brie, flan con una textura más firme que la receta tradicional y con sabor a queso acompañado de una bola de nata con sabor a nata. Delicioso.



Y el final lo dedicamos a la señalización de los baños: muy original. A estas altura de la película me sorprende que estas indicaciones no se repitan en estos 9 meses que llevamos de juego. En Las Tortillas de Gabino, la señal la componen un “grafiti” de la silueta de la cara de una mujer y un hombre, perfectamente identificables. Muy original y bonito. Un 8 para el artista y su ideario.


En resumen, un local muy acogedor en el que las tortillas son su especialidad y esperando que ensayen otras combinaciones y mezclas de sabores y texturas para seguir probando platos nuevos.

domingo, 12 de agosto de 2018

LA BODEGA DE LOS SECRETOS: En las entrañas de Madrid.


LABODEGA DE LOS SECRETOS, a 11 de Agosto de 2018, en la calle San Blas nº 4, de espaldas a la calle Atocha y muy cerquita del paseo del Prado. Estamos en el barrio de las Letras, podemos visitar la casa de Cervantes, de Lope de Vega y del Ateneo.

Por uno de los pasillos
¡Vaya local, si se puede llamar así, curioso, que nos hemos encontrado! En realidad ha sido escogido precisamente por lo que es, y no por la comida en sí que nos pudiesen ofrecer, pero nos ha sorprendido muy gratamente: ha sido una nueva forma de comer en Madrid. Se trata de una antigua bodega reconvertida en restaurante, situada entre el Caixa Forum y el Ministerio de Administraciones Públicas, en una callecita pequeña, recoleta, tranquila y silenciosa. Un lujo en la canícula de la capital, con un mes de agosto caluroso.
El techo visto desde la mesa


Según la historia del local, se trata de una antigua bodega que data de hace unos 400 años, situada en la afueras de Madrid por aquellas fechas, y tal vez construida como escondite de mercancías para evitar impuestos y como refugio de personas en caso de apuro, con sus tantos pasillos  y con varias salidas para ser utilizadas en caso de persecuciones. Tal sucedió en las guerras napoleónicas o en la guerra civil española. 

Según entras desde la calle al local, hay que bajar una planta y nos encontramos con un pasillo a izquierda y derecha, todo ello de ladrillo visto, incluso el techo, con un cierto estilo románico porque, de hecho, parece ser que la bodega perteneció a unos monjes de la congregación de San Felipe Neri. Somos conducidos a un espacio o hueco en el que cabe una mesa con dos bancos en el que nos acoplamos los cuatro, eso sí, un poco ajustados. Posiblemente era uno de los sitios en los que las botellas de vino guardaban su tiempo de reposo hasta estar listas. La luz nos la sirve una lámpara que hay encima de la mesa, suficiente, y no parece que haya aire acondicionado, aunque hubo un momento en que se notó que la temperatura subía. Fuera, en la calle, hace calor.
Vasitos de gazpacho y el pan

Como siempre, nos preguntan que si queremos algo de beber; pedimos cervezas, nestea y agua; nos sirven unos vasitos de gazpacho de aperitivo, que nos sabe mucho a pimiento, demasiado líquido, demasiado suave. Y de paso nos ponen el pan en su  cestita.

El pulpo braseado con base de patata
La carta no parece muy extensa, aunque suficiente para poder elegir entre cierta variedad. Como siempre, pedimos cuatro entrantes: croquetas de jamón ibérico, con una besamel muy delicada; laminado de pez mantequilla con deconstrucción de trufa o filetes superfinos de pez mantequilla, creo que ahumada, regada con aceite y trufa molida por encima. Una delicia el pez mantequilla. Le sigue el pulpo braseado con aceite y pimentón de la Vera y puré de patata trufada de textura super suave.
La burrata con su crema de tomate

Delicioso pez mantequilla y trufa
Por último, burrata (queso suave italiano hecho de mozzarella y crema) sobre crema de tomate y albahaca con olivada de aceitunas negras y gotas de aceite verde flotando entre la crema de tomate. Han sido unos entrantes de lujo, y de los cuatro me quedo con la burrata y su crema de tomate; soy fan de los tomates en todas sus variaciones y presentaciones, y si es crudo, mejor.

Los raviolis con su crema de setas
El bacalao confitado con pera
Vamos con los segundos: raviolis con crema de setas y queso: el toque que le da a la crema de setas el queso, la trufa que se intuye y el cebollino que se aprecia por encima del plato, lo hacen muy apetitoso. Bacalao confitado y gratinado con alioli de pera y azúcar mascavado (azúcar moreno y sin refinar) y sus gotas de aceite verde. Aunque el bacalao estaba en su punto, el aliño del alioli da como resultado un plato contundente, y aunque la pera, que parecía haber sido calentada en la plancha o confitada con el bacalao, le añadía un toque dulzón, ha resultado un plato un tanto pesado.
El solomillo con salsa de moixernos
El entrecot del Pirineo muy tierno

También pedimos entrecot del Pirineo braseado con sus patatitas asadas, muy tierno, y un solomillo de ternera con salsa moixernons (cierta clase de setas diminutas) que da como resultado una carne muy jugosa y de guarnición, brócoli y zanahoria. Y como soy poco carnívora, me quedo con los raviolis de setas y queso.

Y hoy sí que hemos pedido vino, vino de Ribeiro denominado San Clodio. Correcto.

Aunque los platos han resultado completos, hemos dejado un pequeño hueco para los postres, porque es nuestra filosofía el probarlos. Nos hemos decantado por el sorbete de mandarina, tiramisú de Jack Sparrow, torrija de toda la vida y couland de chocolate con helado de mango. Es difícil decidirse por alguno de los cuatro; como el tiramisú ha resultado con poco sabor a café y un tanto soso, doy mi voto a la torrija de toda la vida, grande y jugosa. Deliciosa.


El sorbete de mandarina
El couland con sus acompañantes

El tiramisú soso y la torrija de siempre










En contra de La bodega de los Secretos diré que nos cobraron dos euros por persona en concepto de pan y aperitivo, aperitivo que no habíamos pedido. Y aunque ya lo sabíamos porque lo habíamos visto en la página web, no deja de ser un detalle que no me gusta, aunque a cambio nos invitasen a los cafés. Prefiero que no me cobren ese aperitivo que no hemos pedido y pagar los cafés que sí nos apetecía tomar para acabar la fiesta.

Y con respecto a la indicación de los baños, comentar que este restaurante se inclinó por poner dos reseñas en lugar de una. Una de ellas con los carteles de Ladies y Gentlemen. Si me pongo a pensar en el Madrid de hace cuatro siglos, su picaresca, el intento de tomarle el pelo al de al lado que aun practicamos, el formato superformal traído de los países anglosajones me parece fuera de lugar. Por eso me quedo con la segunda acepción, en el que cabemos todos, incluso los que no se sienten aludidos por el adjetivo.

Como conclusión, un poco caro, pero muy original, un sitio para lucirse.